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De las tribunas a los estadios olímpicos

Publicado el 26 julio 2012 por Pablo09 @DePuntin

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De las tribunas a los estadios olímpicos
El fútbol estuvo presente en los Juegos Olímpicos desde su primera edición en Atenas 1896, sin embargo, los detalles sobre estos partidos son muy escasos y los equipos que competían eran combinados de algunas ciudades importantes. En París 1900 y Saint Louis 1904 se presentaron equipos amateurs por lo que no son reconocidos como oficiales ni por la FIFA ni por el COI, además, las selecciones eran simplemente equipos locales (por ejemplo, en Francia ganó Upton Park FC de Inglaterra y en Estados Unidos el oro se lo llevó Galt FC de Canadá).
La primera cita olímpica del siglo pasado tuvo un agregado que la hace sobresalir por sobre los demás Juegos: fue la primera vez que participaron deportistas mujeres. 19 fueron las valientes que se desempeñaron en golf, croquet y tenis.
El campeonato de fútbol de los Juegos Olímpicos de Londres 1908 se reconoce como el primer torneo internacional oficial. Participaron ocho selecciones. Increiblemente dos de ellas representaban a Francia y otras dos abandonaron antes del primer partido. El primer campeón fue el local e inventor del deporte, Inglaterra. En el torneo hubo resultados más propios del handball que del balompié (un 9-0, un 12-1 y ¡hasta un 17-1!). Pero todavía faltaban muchos avances para llegar a lo que vemos hoy en día.
En Amberes 1920 por primera vez una selección no europea, Egipto, participó en este deporte. En 1924 llegó el turno de los sudamericanos. Uruguay viajó a París y dio la sorpresa al salir campeón. El nivel de los de América del Sur fue tal que para Ámsterdam 1928 ampliaron el cupo a dos. Para sorpresa de todos, la final fue Argentina contra la celeste. Los de la banda oriental volvían a ganar el oro y recibían el honor de organizar el primer campeonato mundial dos años después. El fútbol empezaba a ser el deporte mundial por excelencia.
A medida que pasaban los años, la cantidad de equipos participantes se iba ampliando. Cada vez había menos selecciones europeas y más americanas, africanas, asiáticas y oceánicas. Pero todavía faltaba algo: el fútbol femenino.
Las mujeres empezaron a practicar este deporte casi al mismo tiempo que los varones, a finales del siglo XIX. Durante las guerras mundiales, los futbolistas varones estaban en el ejército, por lo que la práctica femenina recibió el interés de la población, sin embargo, cuando retornó la paz, todo volvió a ser como antes. Recién en la década del 60’ aparecieron las primeras ligas profesionales en Europa, gracias al fomento que dio la UEFA. Incluso en 1970 y 1971 se hicieron copas mundiales extraoficiales. Así, se profesionalizaron las ligas de Estados Unidos, Italia, Japón y, algunos años después, Brasil y Argentina.
La propia evolución del deporte femenino dictó cual era el siguiente paso a seguir: la copa del mundo. China era la privilegiada de cobijar la copa en 1991. Estados Unidos se coronaba ante Noruega, empezando a construir un gran futuro para ambos países. Cuatro años después, doce selecciones se hicieron presentes en Suecia. Esta vez las noruegas podían festejar, pero las norteamericanas tenían un premio consuelo, el tercer lugar del podio.
Finalmente en 1996 el Comité Olímpico Internacional invitaba a las futbolistas a formar parte del evento que se desarrollaría en Atlanta. Las locales se colgaron el oro ante las alemanas, subcampeonas en el anterior mundial. Así, el fútbol femenino podía pararse de igual a igual al masculino, no tenía nada que envidiarle.
Con el tiempo, la cantidad de equipos participantes fue creciendo hasta llegar a 16 en los mundiales y 12 en los olímpicos. Incluso se juegan mundiales sub-20 y sub-17, al igual que los varones.
Ayer, en el mismo lugar donde 104 años atrás los hombres pateaban el balón por primera vez, las mujeres tenían el honor de dar inicio al deporte en estos nuevos Juegos Olímpicos. Las medallas y records se terminan perdiendo con los años, pero lo que nadie les podrá quitar a estas señoritas es el honor de formar parte de un deporte que, en apenas 50 años, pasó del amateurismo a estar en lo más alto del deporte mundial.


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