Cierra los ojos, no tengas miedo. El monstruo se ha ido y tu padre está aquí. John Lennon escribió Beautiful boy, poco antes de morir asesinado, pensando en su hijo Sean. Para David Sheff simboliza el amor por su bebé recién nacido, el cariño por enseñarle el mundo a medida que va creciendo y el afán de protegerle de cualquier peligro que pudiera acecharle. Pasó de cantársela como nana, arrullándolo en su inocente infancia, a tomarla como símbolo de su lucha contra el fantasma de la adicción a las drogas de su retoño hasta el punto de titular así su libro autobiográfico, uno de los dos que adapta esta película.
El otro, Tweak, con la firma de Nic Sheff, relata el descenso a los infiernos de un adolescente que desde los dieciséis años llevaba experimentando con marihuana y cocaína, iniciando una escalada que le llevó a cumplir la mayoría de edad atrapado por uno de los compuestos más adictivos y peligrosos que existen, el cristal meth.
Padre e hijo narran, cada uno desde su punto de vista, una vieja historia que el cine nos ha contado con diferentes sustancias de fondo y desde distintos ángulos: El hombre del brazo de oro, Días de vino y rosas, El borracho, Drugstore Cowboy, Réquiem por un sueño. Lo que destaca de esta propuesta, que en esta ocasión disponemos del testimonio real de cada uno de los implicados en este drama, el de un hombre divorciado y vuelto a casar que descubre con horror el serio problema de su chaval. Podremos ver cómo uno y otro manejan una situación tan delicada y tan al límite.
Las elecciones en cuanto a estructura y narrativa fílmica del belga Felix Van Groeningen con el montaje en paralelo de los dos focos de atención, el salpimentado de flashbacks perfectamente escogidos y colocados y la anticipación de momentos con el efecto de conseguir agilidad al tiempo que introduce significado y contenido resultan vitales a la hora de hacer atractivo un relato duro y contundente, para el que podríamos estar anestesiados por la cantidad de ocasiones en que lo hemos visto en la gran pantalla pero que nos golpea gracias a su impactante realismo en primera persona y a este tratamiento en lo referente a su armazón.
Tan conmovedora resulta la interpretación de un padre desesperado y desorientado que realiza el eminentemente cómico Steve Carell como escalofriante el retrato dibujado por el talentoso Timotheé Chalamet de este adolescente atrapado en una pesadilla sin final. En plena espiral autodestructiva se ve reflejado, como su progenitor en las palabras de Lennon, en la naturaleza y en los versos de un maldito como Charles Bukowski al que invoca no se sabe si para exorcizar sus males o para justificarse por verse reflejado en el espejo de su poesía rota y escupida a bocajarro. La paz y la felicidad eran signos de inferioridad, inquilinos de una mente débil y podrida. Impresionante escuchar Deja que te envuelva al completo en la voz de Chalamet durante los créditos finales.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Amazon Studios, Big Indie Pictures, Plan B Entertainment. Cortesía de Diamond Films. Reservados todos los derechos.
Beautiful boy, siempre serás mi hijo
Dirección: Felix Van Groeningen
Guion: Luke Davies y Felix Van Groeningen, basado en los libros “Beautiful Boy” de David Sheff y “Tweak” de Nic Sheff
Intérpretes: Timotheé Chalamet, Steve Carell, Maura Tierney
Fotografía: Ruben Impens
Montaje: Nico Leunen
Duración: 120 min.
Estados Unidos, 2018
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