De lunes

Este fin de semana debo haber cometido el mayor de los pecados en este país devaluado de esperanza: debo haber estado viviendo por encima de mis posibilidades y Zeus, el mismo dios que lanzó el rayo amenazador contra el avión de Hollande cuando se dirigía a Berlín, ha decidido que ya está bien y me lo ha recortado. Arderé en el infierno por tener un fin de semana por encima de mis posibilidades leyendo, viendo cine, ordenando armarios, abstraída en medio de papeles y enlazando un click tras otro. Pero, hasta que llegue el averno, continúo en este purgatorio gris, enfurruñado, ya levantada, desayunada y vestida de lunes. Y anoche me negué a cruzar al otro lado del espejo y a que fuera lunes antes de tiempo. Por eso no vi Salvados. Al filo del rescate, cual Alicia asustada por el conejo blanco y su apremiante reloj. Porque tenía, y sigo teniendo esta mañana, la premonición de que, como nos ha pasado siempre en la historia, ya vamos tarde y vamos a ser los últimos en apagar la luz negra de la austeridad. Hoy lo veré. Mientras, un avance que empezó a correr por las redes a la hora de emitirse por televisión. παρτε τορα το Ραγογ