Revista Opinión

De microvertederos y otras culpas colectivas

Publicado el 26 marzo 2018 por Grettaespinosa
De microvertederos y otras culpas colectivas

De microvertederos y otras culpas colectivas

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Foto: Bohemia

Casi siempre como entes observadores, y también cuestionadores (es parte de nuestra esencia), de cuanto sucede en nuestro perímetro vital; los periodistas señalamos administraciones, responsables, encargados, regentes…

Tratamos de llegar hasta la punta de la madeja en los “¿a quien toca esto?”, “¿quién debía hacer esto otro?”, “¿cuál el garante de tal servicio que no fructificó?”, y así, una lista interminable de aventuras investigativas donde nos enrolamos, y a veces incluso perdemos el sueño.

No obstante, ahora no me debatiré entre administraciones, regentes ni responsables, pues el asunto que motiva estas líneas va mucho más allá de normativas, dictámenes, leyes o cualquier otro resquicio de institucionalidad que pretenda hagamos las cosas bien.

El problema lamentablemente se encuentra en el subjetivo ámbito de la conciencia, o mejor de la inconciencia de ciudadanos y ciudadanas.

Sin más rodeos critico con fuerza a aquellos y aquellas que con indolencia estimulan la proliferación de microvertederos en nuestra bella ciudad, aunque debería decir “ciudades”, pues el asunto reviste matiz nacional.

Si bien es cierto que en aras de la objetividad periodística NO debo soslayar a los servicios comunales como entidad con una bien definida tajada de culpa —pues la recogida de desechos sólidos dista aún de satisfacer las necesidades de la urbe— también constituye una verdad más grande que todo templo el hecho de cienfuegueros y cienfuegueras que derraman la bolsa de basura fuera del sitio indicado.

En el mejor de los casos es la bolsa de basura, en el peor, todo tipo de desechos desparramados sin cordura ni empaque, en la primera esquina del barrio que los acoge.

Y para qué hablar de otras conductas apreciadas por esta comentarista en edificios multifamiliares, donde en ocasiones la propia bolsa con los sucios remanentes de la vida hogareña vuela hasta el microvertedero —ese construido por nuestra irresponsabilidad y no por Comunales— desde terceros, cuartos y quintos pisos.

Y no importa donde caiga, ya la basura esta fuera de casa ¿verdad?, pero dentro quedó una alta cuota de desidia y olvido del prójimo, ese que puede enfermar gracias a insectos y roedores en franco banquete.

Mucho hemos dialogado en nuestros medios sobre indisciplina social, situaciones epidemiológicas complicadas, necesidad de higiene y deunos servicios comunales garantes de limpieza citadina.

Incluso, en casi ocho años de oficio he acogido en innumerables ocasiones la sugerencia de “haga algo sobre el microvertedero este, critique la zanja aquella por favor, mire a ver tal salidero”, y con seriedad me he adentrado en tales asuntos.

Sin embargo, he presenciado igualmente la recogida HOY de un microvertedero espontáneo, donde por ejemplo los escombros constructivos pululan entre muchos otros “algos” que mejor ni menciono; y MAÑANA en el sitio rondan lateríos, cáscaras, nuevos pedazos de bloques, losas,ladrillos; e incluso la bolsa de aquel vecino que decidió no bajar las escaleras.


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