Nuestro recorrido por Noruega llega a su fin, pero no sin pasar antes por la iglesia de madera más grande del país y, por supuesto, por la capital.
Los próximos cinco días nos llevarán hasta Odense en Dinamarca.
Camino de Oslo atravesamos Noruega, descubriendo un paisaje de interior completamente nuevo. Los fiordos y las grandes montañas desaparecen, dando lugar a inmensas llanuras llenas de lagos y a montañas más suaves salpicadas de casitas preparadas para el turismo de invierno; la zona está llena de estaciones de ski y rutas para practicar el ski de fondo.
Nuestra primera parada es en la iglesia medieval de Heddal, una iglesia cristiana del s. XII que tiene el honor de ser la más grande del país. La más grande del mundo se encuentra en Kerimäki (Finlandia), pero se construyó en el s. XIX con lo que su aspecto es mucho más moderno. La iglesia de Heddal tiene, sin duda, una belleza excepcional.
Tras la visita avanzamos unos 15 km y nos instalamos cerca de una estación de ski en mitad del campo, donde damos un largo paseo y pasamos una noche de lo más tranquila.
Llegamos a Oslo temprano. Las buenas temperaturas siguen acompañándonos, a las 9:00 el termómetro ya marca 32°. Aparcamos cerca del Parque Vigeland, que al final del día resultaría ser lo que más nos gustó de la ciudad que, en nuestra opinión, no tiene nada especialmente reseñable salvo este parque.
El parque Vigeland tiene 32 hectáreas en las que se exponen 230 esculturas de Gustav Vigeland realizadas entre 1907 y 1942 en granito, bronce y hierro forjado. La gran mayoría son figuras humanas desnudas.
Las dos más famosas son la escultura en bronce del niño enfadado y el monolito.
El Monolito es un bloque único de granito de 14 metros de altura que contiene 121 cuerpos entrelazados.
Disfrutar de esta increíble colección de esculturas nos llevó más de dos horas.
Estos papás con su bebé se ha convertido en mi escultura favorita. ¡Preciosa familia!
Tras el parque visitamos la zona centro con su puerto. Lo más destacado es la la el casa de la ópera con su tejado inclinado por el que se puede pasear, fortaleza Akershus y el edificio donde cada año se entrega premio Nobel de la Paz.
Terminamos la visita a las 17:30 y a las 19:45 paramos a pernoctar junto a un lago, muy cerquita de la frontera con Suecia.
Noel y Antonio se atreven con un baño de última hora. ¡Qué frío! Yo prefiero encargarme de las fotos :)Conducimos durante todo el día hasta llegar a Helsingborg (Suecia) donde cogemos un ferry a las 17:45 que en 20 minutos nos deja en Helsingor (Dinamarca) y que nos cuesta 51 €.
En esta ciudad se encuentra el castillo de Kronborg que fue declarado en el 2000 patrimonio de la humanidad y es el lugar donde transcurre la famosa obra de Shakespeare, Hamlet.
El aparcamiento del castillo es gratis de 20:00 a 8:00 y parece un sitio muy tranquilo, así que decidimos pernoctar en él. Ponemos en el parquímetro los 2 € que faltan hasta llegar a esa hora y el despertador para asegurarnos de estar en pie antes de que puedan ponernos una multa.
Llevamos 8000 km recorridos.
La iglesia de Federico, popularmente conocida como iglesia de mármol, está inspirada en la basílica de San Pedro del Vaticano.
En Copenhague está la calle peatonal de tiendas más larga de Europa, Stroget. A nosotros nos decepciono bastante pues, pese a ser peatonal, estaba llena de vehículos, supongo que los de suministro a las tiendas, y no resultaba un paseo agradable. Esta calle va a dar a la plaza del ayuntamiento y muy cerca de allí la escultura del escritor danés más universal: Hans Christian Andersen. Un año después disfrutaríamos nuevamente de su compañía, pero al otro lado del charco, en pleno Central Park en Nueva York.
Seguimos camino y paramos a dormir en el interior de un pequeño bosque.
Está en un bonito barrio muy bien conservado, de calles empedradas y casitas de colores.
A última hora llegamos a Bremen (Alemania) donde seguiremos con la temática recorriendo un pequeño trocito de la ruta de los cuentos, en nuestro camino a casa. La etapa escandinava terminó, pero las ciudades que vamos a visitar en los dos días que aún nos quedan nos dejaron impresionados por su belleza.