[6/10] Ya lo hizo en “Un profeta” y ahora lo repite con “De óxido y hueso”. Jacques Audiard apuesta por el realismo más áspero y crudo para impactar a un espectador que se sienta cómodamente en la butaca. Desde una historia terriblemente dramática y desde unos personajes de carne y hueso, el director francés trata de provocar sentimientos intensos y de arrancar emociones fuertes, de ligar individuos opuestos en su carácter y cultura… y de hacer que su relación cobre sentido desde el dolor y el afecto. Aquí nos ofrece la historia de amor de un boxeador sin hogar ni dinero, primario en sus reacciones y modales, con un hijo del que tiene que ocuparse y al que apenas hace caso… y una entrenadora de orcas de un oceanográfico que es pura sensibilidad, y que un día sufre un accidente en el que pierde las dos piernas. Primero se conocieron circunstancialmente en una discoteca en la que Alain trabajaba, y después el accidente volvió a cruzar sus destinos, para comenzar juntos un camino de superación en la adversidad… porque el trabajo escasea y Alain tiene que ganarse la vida con combates salvajes e ilegales, mientras que Stéphanie debe recuperar las ganas de vivir desde una silla de ruedas.
La relación que Audiard nos presenta no es, en principio, fácil de conducir… porque cuesta encontrar unos amantes tan dispares, tan extremos. La sensibilidad que Stéphanie demuestra en su trabajo supone un delicado sentido del tacto y de los pequeños detalles, con una intuición que le lleva a poder relacionarse con las orcas. En el polo opuesto se encuentra Alain, boxeador rudo y poco dado a las finuras en los afectos… pues lo suyo es el sexo y los combates en el ring. Son la bella y la bestia, cada uno con sus heridas físicas o interiores, con un trozo de carne para ofrecer a quien lo quiera… Precisamente ese ha sido el trabajo diario de Stéphanie con unas orcas a las que adiestraba a partir de la comida, semejante al de Alain cuando golpeaba sobre el cuadrilátero el cuerpo del adversario de turno o cuando tenía una de sus citas sexuales. Ahora, en su infortunio, encuentran la manera de darse ellos mismos para redimirse y encontrar sentido a tanto sacrificio. Apoyo y sostenimiento mutuo para salir adelante entre duros ejercicios de rehabilitación y puñetazos a discreción, y entrega de sus cuerpos en escenas tan explícitas y excesivas como crudas y nada pudorosas… aunque sea con la intención de dar carta de normalidad a sus vidas y de llegar a lo afectivo desde lo físico.
De manera visceral y extrema, parece que Audiard trata de buscar en el interior de la pareja el sentido de humanidad que les rescate del pozo de negrura en que se hayan sumidos, y el afecto que les permita atisbar la luz blanca de esa playa y ese mar que disfrutan. En cierto sentido, es como si el director encomendara un nuevo trabajo a la bella paralítica, que no es otro que el de “domesticar” a ese fiero animal desbocado y perdido en el mundo, tan salvaje con sus orcas de antaño, para extraer de él toda la delicadeza que puede esconder como hombre y todo el espíritu de sacrificio que se espera como padre. Con todo, dicho trabajo resulta sangrante y desgarrador para los protagonistas y para el propio espectador, que debe soportar escenas fuertes y creer que esa singular relación prosperará… cuando Alain entienda que el sexo que a él le basta no es suficiente para Stéphanie. Se consigue porque tanto Marion Cotillard como Matthias Schoenaerts hacen grandes trabajos, con interpretaciones muy físicas (sorprende el realismo de ver a Cotillard sin piernas) que arrancan alguna emoción y también algún que otro desasosiego y rechazo por su brutalidad e incomodidad.
Con Audiard, Cotillard y Schoenaerts habremos recorrido el camino de purificación de dos individuos heridos en el alma y en el cuerpo, desde lo más brutal y animal hasta lo más íntimo y espiritual. Este melodrama nada complaciente gustará al espectador que quiera emociones fuertes e impactantes, pero no al que prefiera un tratamiento más fino y delicado del amor… porque intencionadamente todo está recogido con zarpazos de violencia física e interior, como si el director quisiera bajar a los infiernos personales para salir después airoso y reconfortado.
Calificación: 6/10
En las imágenes: Fotogramas de “De óxido y hueso”, película distribuida en España por Vértigo Films © 2012 Why Not Productions, Page 114, France 2 Cinéma, RTBF, Les Films du Fleuve, Lunanime y Lumière. Todos los derechos reservados.
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Publicado el 17 diciembre, 2012 | Categoría: 6/10, Año 2012, Bélgica, Críticas, Drama, Francia, Romance
Etiquetas: amor, De óxido y hueso, dolor, Jacques Audiard, Marion Cotillard, Matthias Schoenaerts, redención, Un profeta