Revista Danza

De profesionales y amigos con derecho a roce. Una nota personal

Por Silviasanchez

De profesionales y amigos con derecho a roce. Una nota personal

noviembre 4, 2013 por Silvia Sánchez

De profesionales y amigos con derecho a roce. Una nota personal

Interrumpo el ritmo de actualizaciones para  algo que no suelo hacer, escribir sobre mi misma. Balletómanos es un proyecto personal,  a la vez  fuente de inspiración y crecimiento profesional. Siempre he dicho que Balletómanos no es un detalle sobre quién escribe (para aquellos que asumieron que participaban más personas en la web), sino que balletómanos somos todos aquellos amantes de este arte. Aún me resulta  curioso el pensar que este blog sea leído por alguien, pero sin embargo, muchos lectores se han convertido en nombres conocidos para mí, y muchos amigos, en lectores. Así que, esta es una pequeña actualización que creo que les debo.

 

En el primer artículo de este blog, a 11 de julio de 2010, me presentaba de esta manera:

Yo soy Silvia , y soy una balletómana del mundo, residente en Madrid por el momento.

Decido crear este blog para intentar transmitir todo lo que ande por mi mente, ya sea críticas de actuaciones en directo, vídeos o simplemente vivencias relacionadas con este arte.

Soy estudiante de ballet, porque presentarme cómo bailarina me parece injusto. La clase de ballet es el mejor momento del día, porque el escenario no parece real. Pero me considero balletómana por encima de todo, nunca sabré si por generosidad o cobardía, me olvido de mi misma ante un buen bailarín. Creo que el arte del ballet está por encima de cualquier persona, y sin embargo no podría existir sin un cúmulo de magníficas personalidades.

 

Creo que las últimas frases representan muy bien mi posición con respecto a la danza. De transmitir lo que andara por mi mente, el blog se convirtió enseguida como una manera de servir al mundo de ballet, de servir a todos los balletómanos, una motivación para continuar mi formación. Este blog me ha acompañado durante mis estudios en París, Madrid, San Petersburgo y algunos otros viajes, en cuyas reseñas compartí alguna que otra aventura personal, siempre cerca del mundo del ballet.

 

Comienzo este blog con 19 años, y actualmente tengo 22 años, a una semana de mi siguiente cumpleaños. Aún me hago la misma pregunta, ¿Cómo servir profesionalmente al ballet?. Me gusta decir ”No todo en la vida es Tchaikovsky” a los que me imaginan obsesiva (cabeza-moño  como dice la expresión inglesa), pero sin embargo, creo que cuando el ballet es sublime, puede ser apreciado por cualquier persona.  Disfruto igualmente hablando de ballet con otro balletómano leido que intentando explicarle la historia de nuestro arte a alguien que nunca ha visto un ballet. Creo que el ballet necesita de gente que comparta su amor por él, reivindico la balletomania simple, la de la pasión que alegra la vida. Balletómanos.com es mi intento de ayudar en ello, de difundir y facilitar a la gente la experimentación de un poquito de magia.

 

El título de esta entrada forma parte de una reflexión personal que ha rondado mi cabeza durante los últimos meses. Al terminar mi segunda licenciatura, en Comunicación Audiovisual, la cuestión de encontrar una profesión, de ser profesional, tomó un significado cada vez más real. Con este blog y mis colaboraciones en otros medios, partí a la búsqueda de trabajo. En estos momentos, para el entrevistador español medio soy una curiosidad, con formación, idiomas y experiencia en un tema doblemente etéreo, el ballet y el mundo de internet.   Intentando ‘institucionalizarme’ un poco, traté de unirme a la Asociación de Profesionales de la Danza de Madrid, y , para mi sorpresa, se me recomendó unirme a la Asociación de ‘Amigos’ de la Danza. Ser un profesional de la danza era ser un bailarín o un profesor de academia, así que  mis letras y yo nos quedamos en amigos con derecho a roce.  No soy una bailarina frustrada ni estoy retirada de la actividad física, simplemente, creo que mi trabajo puede aprovecharse mejor en otras áreas. Nuestro mundo también necesita de la comunicación, y de una comunicación que sea realizada con el mayor rigor y profesionalidad posible, para que otros puedan conocer el loable trabajo de nuestros bailarines y pedagogos.

 

Pude haber acudido a una institución del mundo de la danza, o a un máster centrado directamente en el ballet (que hay pocos, pero existen fuera de nuestras fronteras), pero, para profundizar mi formación como comunicadora, decidí presentarme a los exámenes de entrada del Máster de Periodismo del periódico El País. Durante la entrevista personal, para mi sorpresa, la danza fue el punto de foco.  Se me dijo que para alguien tan joven como yo,  esta no era la manera de seguir para ser ‘coreógrafa’, y que si entraba en el programa no iba a volver a tener tiempo para seguir viendo danza. En definitiva, que estaba demasiado especializada en algo inútil.  No quise negar mi relación con la danza, y traté de defender el hecho de que para alguien que ambiciona ser algún día periodista de danza, una formación rigurosa y profesional en el mundo del periodismo es igualmente necesaria que para cualquier comunicador ‘generalista’. En definitiva, un periodista o comunicador dentro de nuestro mundo debe ganarse también el calificativo de periodista, puesto que nuestra vocación es igualmente legítima que nuestro mundo artístico. Creo que por razones como esta necesitamos una mayor labor de divulgación del mundo de la danza en España, para que cuando alguien comparta su vinculación con este mundo,  no se piense que son simples hedonismos de un joven que pierde el tiempo bailando mientras su vida comienza.

 

Finalmente, la escuela de periodismo de El Pais rechazó mi candidatura, y esa misma noche, recibí una carta de admisión para el Máster en Medios y Ciencias de la Comunicación de la Universidad Técnica de Ilmenau, en Alemania. Decidí aceptar la oferta, y el día 1 de octubre partí para mi nuevo destino en el centro de Alemania. Haciendo noche en la ciudad de Frankfurt, recibí otro email de la escuela de periodismo. Otros candidatos habían renunciado a su plaza, y la lista de espera había saltado hasta mí.  Sin embargo, con las maletas ya hechas y fuera de casa, decidí quedarme en Alemania. No es fácil vivir fuera de lo que es conocido para uno, y más aún cuando no se domina el idioma, pero ya comienzo a aclimatarme entre los bosques del estado de Thuringia, y por eso retomo la actividad en el blog.

 

Es demasiado pronto para valorar si mi marcha a Alemania ha sido algo positivo o negativo, pero esperemos que todo crecimiento personal se refleje también en lo profesional.  Obviamente, las críticas de espectáculos en los teatros madrileños van a relegarse a los descansos vacacionales, pero la actividad en el blog va a continuar, con profesionalidades o derecho a roce, ya que mi affaire con la danza es una posición de vida.

 

De profesionales y amigos con derecho a roce. Una nota personal

© Fotos: Silvia Sánchez Ureña, colección personal


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