Todos queremos ver el final del tunel, todos tratamos de encontrar vías de solución a los problemas que nos acucian y todos queremos diseñar estrategias sólidas de futuro. Es hora pues de despojarse de caretas y de decidir de qué lado de la balanza nos situamos. Cuando digo TODOS, me refiero a TODOS, tanto empresarios como empleados, porque en nuestra cultura estamos muy acostumbrados a teorizar, a “vender humo” y como buenos latinos se nos da bien la palabra. Mientras ,en paises vecinos como Alemania, Francia o Reino Unido, dedican su tiempo a ponerse manos a la obra. No se puede generalizar, es obvio, pero estaremos de acuerdo en que ésto es bastante cercano a la realidad.
Así pues, el empleado, debe decidir si apuesta por una actitud de continuidad en la que las cosas se arreglarán por inercia y porque ya cambiará el ciclo, y si no ocurre, pues ya habrá alguien en forma de “estado papá” que solucionará los problemas; o si por contra, opta por apostar por la flexibilidad, por trabajar más, por eliminar el absentismo de su diccionario y por defender su puesto de trabajo con esfuerzo y sacrificio al servicio de quien le paga.
El empresario debe decidir si prefiere seguir haciendo manuales de RSC, planes de comunicación inmensos e impecables para alimentar la estantería de su despacho y dar contenido a sus encuentros empresariales, o si apuesta por una comunicación clara y sincera, en la que la persona tenga un papel fundamental.
Esto es lo que hay. No medias tintas. Es optar por la realidad o por la virtualidad. ¿Quién tiene la responsabilidad de empezar? Pues yo entiendo que el empresario, que al fin y al cabo es quien debe decidir las estrategias de futuro y quien tiene las herramientas de management adecuadas. Fomentemos el diálogo abierto, la comunicación clara, la exigencia recíproca, el verdadero compromiso por ambas partes. En mi opinión el resto es palabrería vacía de contenido. Alberto Trallero - Optima Management