Revista Opinión

¿De quién es la política?

Publicado el 01 septiembre 2014 por Jcromero

Unos piensan que le pertenece, a otros les resulta ajena. ¿De quién es la política? Esta es la cuestión, saber de quién es la política, quién la dirige; por qué de la arrogancia de unos y la indiferencia de otros. Cabrían muchas respuestas pero diría que no es de esos que andan demasiado ocupados con lo suyo como para preocuparse de las necesidades de tanta gente. Cuando escribo política, escribo democracia; en este caso es igual. Quisiera reivindicar la política como el primero de los servicios públicos y erradicar ese politiqueo zafio que no deja de ser un ejercicio de esgrima soez y pendenciero, capaz de anunciar todas las soluciones y sólo ofrecer un muestrario cansino de incompetencias, corruptelas y sectarismo.

Si la democracia se limitara al acto de votar, consistiría en inducir, con razones, para que los electores eligiesen una determinada opción. Aún así, estaría sometida al riesgo de sustituir el acto de persuasión por la demagogia, la promesa hueca o el engaño. Pero la política, la democracia, implica ciudadanía. No hay democracia sin ciudadanía. No hay democracia si el ciudadano no se implica. Los políticos se nos ofrecen como un desastre continuo pero, nosotros los ciudadanos, ¿hacemos frente a esos estafadores que parlotean en nombre de la democracia? ¿De quién es la democracia, de los políticos o de los ciudadanos? Nos han inculcado que la democracia es un sistema en el que la soberanía reside en el pueblo. pero, ¿estamos los ciudadanos dispuestos a ejercer esa posición de dominio en el sistema?

Alguien, con lucidez, tendría que explicar cómo es posible que unas instituciones democráticas consideren un riesgo consultar a la ciudadanía. ¿Hemos tomado conciencia de nuestro papel como ciudadanos? ¿Cómo explicamos la no exigencia de nuestros derechos? ¿Por qué no reclamamos un mínimo de capacidad y honestidad, un poco de honradez y decencia democrática en quienes dicen representarnos? Tendemos a simplificar a los políticos como una casta, perdonen si escribí casta, pero me niego a no poder conjugar el verbo poder en primera persona del plural ni a definir a cierto sector de embaucadores con tan atinada concreción. Pues eso, que simplificamos cuando consideramos que todos los políticos forman parte de una élite perversa y corrupta frente a nosotros que somos honestos, decentes y muy dignos. Un diván, por favor.

Somos demócratas por delegación. Resulta más confortable depositar la responsabilidad en otros. Así, si algún día nos corroe la frustración, tenemos a quien responsabilizar de nuestra zozobra. ¿Somos conscientes de los riesgos de renunciar a ejercer la ciudadanía? Pensar es una capacidad humana, nos abre la posibilidad de ser, de cambiar, de interpretar nuestro propio papel, papel que si no lo activamos será ejercido por otros y esos otros decidirán, están decidiendo, por nosotros.

Disquisiciones veraniegas, El golpe, Profundizar en la democracia, La soberanía nacional ¿es de algún partido?, Cuando la angustia tiene forma de zapato,

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