Espero que los contenidos sean de tú interés.
Blas Ramón Rodríguez © 2016
Una de los factores mas importantes que hacen que algunas personas se crean sus propias mentiras, es que la mentira se basa en una historia no del todo improbable, tienen atisbo de verdad. Las historias no son manifestación de un trastorno mental de delirio o psicosis. Estas personas desarrollan una tendencia a mentir de carácter duradero y puede tener un claro componente de perturbación de la personalidad que busca una representación favorable de sí mismos. Esta realidad ya no sólo abarca a la realidad cotidiana de las relaciones personales físicas, sino que a día de hoy, se ha disparado y disparatado en las relaciones digitales. Si en el tú a tú la mentira cumple la función de aparentar lo que no se es, en la relación en línea y especialmente en las redes sociales, se suma, además, el miedo a resultar aburridos/as. No hablaremos aquí de los ciberdelincuentes, de los pedófilos y proxenetas que actúan por la red, ni siquiera de los casos de cibergullying o sexting que se ocultan tras identidades aparentemente inofensivas. De lo que hablaremos es de quienes utilizan los medios virtuales para dar la impresión de tener una existencia mucho más feliz de la que realmente viven. En ocasiones esta disposición nos acarrea, además, problemas relacionados con situaciones de amnesia...digital.
Internet, las redes sociales, son un gran avance en comunicación que permite conectarte con miles de personas en tiempo real y anónimo, ya que por lo general no existe medios de identificación previo para quien quiera dar de alta un perfil. Esto abre de par en par la posibilidad tanto de crear un faker con intenciones delictivas, suplantar una personalidad famosa o sencillamente inventarse una identidad deseada. La construcción de un alter-ego en muchos de estos últimos casos responde a necesidades de resultar más atractivos o más inteligentes. Este "yo" prefabricado puede suponer un problema psicológico cuando no tiene nada que ver con la realidad de la persona que se sitúa tras el teclado. Uno de los mayores conflictos psicológicos que se presenta en las personas que mantienen una actividad virtual amparándose en un perfil falso de sí mismos es la presencia de falsos recuerdos.
"Un recuerdo falso es un recuerdo de un evento que no ocurrió o de la distorsión de un evento que sí ocurrió, pero no de la manera que la persona lo describe".
En realidad todos tenemos algunos recuerdos falsos, en el sentido de que el recuerdo, en sí mismo, obedece a la evocación por parte de nuestra memoria a largo plazo no sólo de aquello que hemos vivido, sino también de lo que pensamos que hemos experimentado en un momento dado. Nuestra mente, por lo tanto, construye el recuerdo. Es por esta razón que ante una misma situación vivida por dos personas, cada una de ella puede llegar a recordarla de forma diferente por razón de lo que sintieron y pensaron en ese momento. Sin embargo, los recuerdos falsos que se construyen a partir de identidades inventadas, como ocurren en Redes Sociales, puede generar una vulnerabilidad de la memoria a las emociones, es decir, sentimientos de tristeza o vergüenza por la conciencia de saber que la vida real no está a la altura de la falsa imagen mostrada en las redes sociales. La principal consecuencia de este hecho es la tendencia a cambiar los recuerdos y a considerar la falacia como auténtica, convirtiendo la mentira en una " vivencia real". Este uso de las redes sociales erosiona nuestra identidad personal y, al contrario de para lo que deben servir estas herramientas de comunicación, sitúa al mentiroso/a digital en el ostracismo; aislamiento y destierro al que te puede conducir tu yo internauta. Esta es una situación bastante habitual entre adolescentes, sin embargo las consecuencias de la construcción de una pseudo realidad-artificial afecta a muchos adultos que creyéndose en el anonimato en realidad están instalados en el miedo a ser descubiertos en aquello que no son pero aparentan ser.