Aviso: este post se publicó inicialmente en Cooking Ideas, un blog de Vodafone creado para alimentar la mente, en el que colaboro cada semana.
Ahora nos hablan de revolución. Y digo mucho antes de las acampadas. Dicen, afirman y argumentan los apóstoles, que las redes sociales son una revolución que todo lo cambia. Que estamos ciegos los que no comulgamos, y que caeremos a los infiernos del olvido por ello.
Los que me hayan leído más de una vez, saben que me declaro escéptico, que no es lo mismo que incrédulo. En realidad, me gusta verme como un observador, que mientras mira y escucha, no siempre toma partido y menos aún afirma con rotundidad. De mis observaciones, siempre dejo más preguntas que respuestas, y creo que será cada uno, y el tiempo, quien decida el final.
Y yo me pregunto. ¿Qué es una revolución?…
Vamos a centrarnos. La revolución de la que hablamos es la que en teoría, está facilitando el cruce de ideas y de información, de forma libre entre las personas de todo el mundo, y permitiendo que las ideas o mensajes ya no partan de los medios habituales. Sean compañías, medios de comunicación tradicionales o gobiernos. La revolución, pues, es alcanzar la verdadera libertad del conocimiento, y con ella, de elección. Igual un gobierno que un refresco. ¿Seguro?
La revolución está por venir, y no sabemos cuál será.
Las revoluciones nunca han estado en la tecnología. Han estado en lo que se podía hacer con ellas y en cómo sus efectos modificaban la estructura de la sociedad. Si dejamos atrás la Francesa que sólo modifico quién detentaba el poder, pero no la vida diaria de las personas, la auténtica revolución que cambió la estructura de las sociedades de todo el mundo fue la industrial. Y no lo hizo sólo por el paso del trabajo físico al intelectual y un mayor tiempo de ocio por la automatización de procesos, pues eso tardó muchas décadas en lograrse con las conquistas sindicales que lucharon contra la explotación laboral, aún más dura que la del modelo agrario y artesanal como dibujó Friz Lang en la increíble Metropolis, sino por algo mucho más importante y que realmente era la primera vez que ocurría de forma masiva: El cambio del campo por la ciudad.
Cuando las grandes naciones comenzaron a tener más ciudadanos que campesinos, fue cuando las ideas de todo tipo, políticas, artísticas o comerciales, fluyeron de verdad y se produjo la verdadera revolución moderna. Pero aún así, esa revolución todavia no ha llegado a todos los rincones del planeta. No estoy seguro de si por desgracia. las revoluciones no son tan rápidas, ni con ADSL. El contacto real, físico, de las personas en los grandes núcleos urbanos, fue lo que realmente impulsó la era moderna. La socialización. Como ahora, pero…
¿Somos más sociales, o lo parecemos? Puede que estemos más conectados, que sea más fácil compartir, que cualquiera pueda lanzar una idea, pero… ¿es eso real? Tengo mis dudas. Lo que importa es la calidad de esas relación, y de la comunicación. Y me temo, que las relaciones sociales que mantenemos, lejos de ser revulsivas, son alienantes. Estamos conectados, pero en nuestra casa. Somos parte, uniforme, de una red, y nuestra visión del mundo se limita cada vez más a esa red.
La presunta revolución que vivimos, tiene algunas grandes lagunas. Para empezar, es cierto que podemos acceder a las opiniones de cualquier persona como nosotros. Pero también podemos acceder a más información “oficial” o “tradicional” que nunca. Podemos leer blogs, twitter y opiniones en facebook, pero también leemos varios periódicos de todas las tendencias editoriales, y de cualquier país. ¿Cuál nos influencia más aún? ¿De verdad nos creemos más lo que dice un amigo de Facebook?
La virtualidad, es confusa. No creo que el entorno de las redes sociales refleje exactamente la realidad. Para empezar, nos solemos mover en entornos afines a nosotros. Nuestros amigos y followers tienden a ser de nuestra forma de pensar, y que todo nuestro entorno convierta algo en trending topic, no significa que eso, sea la realidad. Y que “los tuiteros” hablen mucho de algo, no significa mucho más que eso aún. En la calle, en el mercado, el hastag puede simplemente, no existir.
La gente es gente, y la calle es la calle. Incluso el movimiento surgido de las redes sociales, ha tenido que lanzarse a la calle para hacerse real. Pero ¿cuánto de real? Estuve en Sol, y una de las propuestas que se reivindicaban eran medios de comunicación libres que difundan sus propuestas:
Y eso es como afirmar que al final, por mucha revolución en redes sociales, reconocen que el poder está en los medios tradicionales. Cuando menos, paradójico.
Para que las redes sociales supongan una revolución real, deberá cambiar de forma radical nuestra forma de vida. Pero actualmente, sólo son una herramienta moderna para hacer lo de siempre. Consultar información, relacionarnos con amigos, cotillear, comprar por recomendación de alguien… ¿es eso sociológicamente es un cambio radical o una revolución?
Y para los que insistan en que la tecnología, la herramienta, es el arma definitiva de los revolucionarios frente al sistema, que pregunten a sus mayores por qué en tiempos de la dictadura de Franco, estaba prohibido tener un “ciclostil” en tu casa.