Parte I: Bodegas Bernaveleva
Esta vez no teníamos muy claro qué íbamos a encontrarnos y la verdad, no me esperaba que este reino de la garnacha y del albillo estuviera tan lleno de matices y diversidad… pero vayamos por partes.
Llegando a San Martin de Valdeiglesias, población al Norte de Madrid, en dirección Ávila, empiezan a aparecer las garnachas acompañadas de una explosión floral alrededor que merece detener el coche y contemplarla… jaras, lavandas, margaritas silvestres, amapolas… además de arbolado y herbáceas como el hinojo que tienen su protagonismo más adelante.
Ya en San Martin nos indican la dirección de la primera bodega, Bernaveleva, allí nos espera Marc, director técnico de la bodega. Nos vamos dirección a las viñas que es lo que nos gusta… hace un día espléndido que acompaña… ya en el campo vamos entendiendo más el por qué esta zona es un auténtico tesoro escondido que se refleja en unos vinos auténticos, reflejo del paisaje y de la historia de esta región.
Los viñedos tienen casi todos cubierta vegetal, de entre 50/80 años, troncos retorcidos, y primeros brotes… tentación para la fauna circundante. El recorrido es magnífico, es imprescindible visitar el viñedo para entender los vinos de esta zona… el granito es el protagonista en estos suelos, ligeros y pobres, desde un mirador que nos lleva Marc vemos el alcance de las garnachas y los albillos, además de contemplar y respirar el aroma de las especies vegetales que tenemos alrededor.
De vuelta a la bodega, empezamos a catar primero albillos y después garnachas, de las diferentes parcelas que hemos visitado, además de alguna moscatel. Para elaboración, un poco de todo: tinas de madera, depósitos de cemento y algo de inox… prensa neumática y barricas de diferentes años.
La cata de albillos, variedad delicada pero de una elegancia que nos deja verdaderamente sorprendidos, es una variedad blanca de brotacion temprana; podemos decir que es la primera que se vendimia en España, de hollejo fino y de baja acidez, pero denso en boca, aromas a albaricoque y al hinojo del que se encuentra rodeado, una autentica delicia… me recordaba un poco a la roussanne y marsanne del Ródano…
La garnacha era en realidad nuestro objetivo pero después de probar los vinos de esta variedad nos replanteamos muchas cosas….
y por fin las garnachas, aunque he de decir que esta variedad es una de mis preferidas: fruta, fruta y más fruta… la madera sutil aparece, la amplitud en boca, postgusto largo, y sobre todo esa acidez, enérgica, que sientes que el vino está vivo… diferentes vinos parcelarios, diferente manejo del suelo, y siempre el granito presente…
una pasión por el vino que Marc transmite cada vez que habla…
Los vinos de Bernabeleva son puro “terroir“, cierras los ojos y te imaginas rodeado de esta naturaleza salvaje, puro placer y de ahí camino a Cebreros…
… -Continuará-…
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