Nunca me había pasado, pero en el día de la abdicación del Rey, me dejé llevar por la euforia y me sumé a las miles de voces que claman por el derecho a decidir qué es lo que queremos. Y, como no podía ser de otra manera, acabé etiquetado en varios foros y debates. No me importa que se me etiquete mientras yo mismo continúe sabiendo quién soy, aunque odio las etiquetas.
Si os dijera que soy republicano, mentiría, y si os dijera que soy monárquico, mentiría también, pues en realidad me la trae floja qué modelo de Estado haya, puesto que a mi forma de ver ambos me parecen igual, salvo una excepción: En la República, se elige el Jefe de Estado, y en ese aspecto, la monarquía está más desfasada que la canción de los conguitos. No es de justicia que se nos imponga nada que no se haya decidido democráticamente, y en este caso, Felipe debería actuar con sensatez y someterse al referéndum. Quizá el miedo a un cambio brusco es lo que les impide someterse, pero es que los que estamos sometidos estamos cansados de que se nos ignore y eso no es democracia.
Tampoco es democracia entrar a un gobierno a base de falacias mal tejidas, porque eso es peor que dar un Golpe de Estado; y es por eso que me sumo a las voces que quieren la consulta, y no por la consulta en sí (no veo necesario un Jefe de Estado), sino por el gran cambio que ello significaría en avanzar como democracia para que el ciudadano, a fin de cuentas es quien mantiene el sistema, se sienta identificado y no un marginado político.
Después de esto, seguid poniéndome etiquetas, pero al menos yo tengo claro lo que quiero, y porqué lo quiero, y lo que yo quiero es una Democracia auténtica, sin variaciones, donde los políticos sean un instrumento y el ciudadano el brazo ejecutor, y no al revés, como ahora, siendo el ciudadano un mero instrumento para alcanzar poder.