De un plumazo

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Se resistía a ver El Mayordomo. Ya ven. Aunque no es de lágrima fácil, cuando se trata de sufrir, prefiere sufrir lo justico. Y más en estas fiestas que son tan  duras. Pero bueno, la pillaron floja con lo de la muerte de Mandela y se decidió a verla. Y no se ha arrepentido. Es como una versión de Forrest Gump pero en negro. En el sentido que es una magnífica película para entender en sus 132 minutos de duración la evolución de la historia reciente americana.

No en vano, The Hollywood Reporter la califica textualmente de revisión del Readers’ Digest sobre los movimientos civiles de América en el siglo XX”. Una lección de Historia exprés emocionante. A veces emotiva, sí, a veces, dulzona, también, pero se trata de arte, de cine, no una clase de Historia rigurosa.

Lee Daniels, el también director de terrible Precious, se toma unas cuantas licencias como sólo él sabe hacerlo. Cecil Gaines es el nombre figurado de Eugene Allen, el mayordomo negro de la Casa Blanca que sirvió a 8 presidentes. Allen vivió 88 años pero no lo suficiente para ver el estreno de su vida en la gran pantalla.

El mismo Obama confesó que lloró al verla. Sin embargo, Allen no pudo ver cómo el guión se suavizó y alteró para que poder hilvanar todos los acontecimientos por la lucha de los derechos civiles de una forma magistral, eso sí.

La cinta muestra a dos hijos antagónicos. Uno lucha contra su país, otro decide hacerlo en Vietnam. Dos caras de una misma moneda, diferentes modos de entender la libertad. Allen jamás tuvo un hijo congresista ni miembro de las Panteras negras. Sólo tuvo el héroe que murió en Vietnam.

El Mayordomo –estrenada en EEUU como The Butler- es una de esas películas corales que le dejan a una un regusto amargo al finalizar por su temática universal: la igualdad, la paz, la justicia. Algo que aquí también ha costado tanto construir y se está desmontando de un plumazo. Con la crisis, como colaborador necesario.