Hoy he estado haciendo cuentas, rudimentarias cuentas, y aún así no ha habido manera. No me salen. Si son los bancos alemanes y franceses los más expuestos a una desbandada de las finanzas griegas, quiebra incluida, y de ahí el empeño por salvar a este país de la debacle y de imponerle una disciplina prusiana insostenible, imposible de acatar, no me salen las cuentas cuando ayer el Ibex 35 (que reúne a los 35 principales valores, los más capitalizados, de la Bolsa española) caía el 3,31%, hasta mínimos de hace nueve años, por debajo de los 6.500 puntos. Por su parte, la prima de riesgo, que es la diferencia entre los bonos a diez años español y el alemán, se colocó en 480 puntos. Vértigo. Así mientras España deberá pagar un interés del 6,2% a los compradores de deuda, Alemania logró ayer financiarse a un nimio 1,3%. Una fruslería y más vértigo. Pero según datos del Banco de España, sólo siete grupos bancarios españoles tienen intereses en la deuda griega, y ésta supone sólo el 0,27% del total de sus inversiones en deuda europea. Y entre anticolinérgico y antihistamínico, de probada efectividad contra el vértigo, los mercados castigan a España, también a Italia, apostando contra ambas.
Así las cosas, me cuesta entender que los ávidos mercados no hinquen el diente a una gran pieza y se den un verdadero festín y se ensañen con los periféricos, los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia, Spain), que traducido del inglés significa cerdos, conformándose con las miserias de un bicho pequeño y famélico como es ahora Grecia y como lo será España en menos de un año de seguir así las cosas.
Pero no todo van a ser pésimas noticias. También las hay malas: la industria armamentística española vendió el año pasado por valor de 2.431 millones de euros, más del doble, el 115% más, que en 2010. El norte de África y Oriente Medio, donde se desarrollaron las llamadas primaveras árabes de revuelta de la población exigiendo democracia, libertad, un futuro y algo tan básico como comida o trabajo, fueron los principales mercados. Ya en 2011 apuntábamos maneras de lo que vendría el 20 de noviembre. De vértigo.
Este vértigo, sí: