El otro día escuché una de esas canciones que he oído mil veces en la radio, de esas que tarareo sin pensar. Creo que era de Merche o quizás de la Soler… Aunque no te extrañe que fuese de alguna otra bonita voz de esas que no tengo en CD con carcasa.
La cosa es que era resultona, esperanzadora y tenía su punto, pese a que a simple oído fuese una más de esas cuatro canciones sin interrupciones, no sé si me explico.
Todo este rollo es para contaros que fue una ducha del montón, pero con ritmo y bailando bajo la lluvia. Secándome el pelo me hallaba cuando supe que la rutina siempre sería reveladora, que cuando la pierdes la echas de menos y cuando la tienes no paras de maldecirla. Más o menos como la vida, el amor o, qué se yo, ¿el trabajo, el frío o las tartas de chocolate?
La verdad es que el día se acaba, se me ha roto una uña y tengo un tocho esperándome a ser procesado con el café de la mañana. Aún me espera el atasco matutino, el cristal empañado y tostada con triturado y pavo. Y un solo, que siempre anima.
Vidas, rutinas en forma de canciones de radio que tarareas mecánicamente y de las que ni te acuerdas de qué iban;eso sí, sabes que tenían razón. Porque la vida, la mires como la mires, tiene razón. Siempre.
Está en ti ponerte de acuerdo con ella: así que buena suerte y, claro, buenas noches.