Revista Deportes

De volapié y borregos artistas

Por Malagatoro

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El volapié por Manzanares

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Un borrego artista enfermizo, por Domecq


Plaza de La Malagueta. 17 de agosto. Corrida de feria. Casi lleno

Cinco toros de Juan Pedro Domecq, mal presentados, descastados, mansurrones, blandos y sosos. Tercero y cuarto, los de mejor juego. El primero, de Luis Algarra, justo de presentación, noble y blando.

Enrique Ponce: media trasera y caída  (saludos tras leve petición). Estocada (dos orejas). Puerta grande.

Javier Conde: estocada perpendicular y atravesada; aviso y un descabello (saludos). Pinchazo y estocada (pitos).

José María Manzanares: estoconazo en los gavilanes (dos orejas). Estocada tendida (ovación).

Al finalizar el paseíllo, el Alcalde Francisco de la Torre hizo entrega del Capote de Paseo a Manzanares como triunfador de la Feria 2010. Los toros de Juan Pedro Domecq lucieron divisa de color negro en recuerdo al ganadero fallecido.

El banderillero Alejandro Escobar resultó cogido en la lidia del cuarto de la tarde. El parte médico es el siguiente: “Contusión erosionada cara externa tercio superior muslo derecho. Contusión erosionada región facial. Politraumatismo. Dolor en articulación coxofemoral derecha sin signos de lesión osteoarticular. Pronostico leve.”


Es opinión generalizada que fue Costillares quien inventó el volapié o vuelapiés, aunque algunos digan que fue Manuel Bellón el Africano, lo cual es dudoso pues hay serias dudas de la existencia de dicho torero. En la historia  del toreo han habido grandes interpretes de esta suerte. Ciñéndonos a la época más reciente, fueron grandes ejecutores del vuelapiés  Rafael Ortega, Manolete y dos toreros a los que pude ver en los ruedos, Jaime Ostos y Paco Camino, el torero más completo de los que hasta hoy he visto torear. A todos estos grandes estoqueadores se ha sumado con todo mérito José María Manzanares, que va por el camino de convertirse en uno de los mejores ejecutores de la suerte suprema de la historia de la tauromaquia. Pero es que, además, no sólo es un extraordinario matador al volapié, sino que también lo es en la suerte de recibir a la que felizmente ha recuperado del olvido. El estoconazo de ayer a su primer toro fue un monumento al volapié, del que tenían que aprender no ya los alumnos de las escuelas taurinas, sino también la gran parte de sus compañeros coletudos. Comentaba Paco Camino: “Para entrar a matar al volapié hay que marcar los tiempos: al toro se le echa la muleta debajo, se cruza el pitón ofreciéndole la pierna izquierda  para vaciarle con un pase de pecho con la mano izquierda, al tiempo que la derecha ataca el morrillo del animal”. Así es como lo hizo ayer Manzanares con un estoconazo, merecedor por sí mismo de oreja, que se me antoja prácticamente imposible de superar, para hacerse merecedor del premio Paco Madrid que otorga anualmente la Unión Taurina de Abonados de Málaga a la mejor estocada de la Feria.

¡Ay, si a todas las figuras les gustaran los toros! Ayer, una vez más, lastimosamente, en el ruedo apareció el medio toro, los borregos de diferente presencia, podridos en casta, acometividad y agresividad, y llenos de bondad y docilidad. Los auténticos borregos artistas, con los que el público actual sucumbe en el éxtasis del arte ante el medio toro, enfermizo y bobalicón.

Y ante animalitos como estos, el “catedrático” Ponce, salvo algunos momentos con el capote en el cuarto, nos volvió a dar toda una clase magistral de cites fuera de cacho, de toreo despegado, metiendo pico sin conmiseración, desplazando hacia afuera la embestida. Pero es que, en el segundo que tenía algo más de casta, el de Chivas fue incapaz de someterle, propinando medios pases a su estilo (pico y con espacio para cabida del AVE entre toro y torero), fundamentando su labor muleteril, tras querer hacer ver al docto público que estaba ante una fiera corrupia, en el toreo accesorio, en el adorno, en las posturitas, en la “poncina” y en el cuento chino. Por esta labor le concedió el innombrable presidente las dos orejas. Venga, así todos contentos y yo quedo bien ante El “Mundo Feliz” y sobre todo, que es lo que más me preocupa, ante los políticos y sus invitados del callejón que anduvieron toda la tarde de risas y flamear de pañuelos.

Conde en el primero anduvo menos mal de lo esperado. Porque lo que se esperaba por muchos era una sonora bronca. Algunas cosas con el capote y sus  cosas con la muleta: tiempos interminables entre tanda y tanda, tomando muchas precauciones, y ausencia de ligazón con series de dos muletazos rematados a media altura.Una forma de torear que no puede emocionar. Mató como siempre, yéndose hacia el paseo de Reding, aunque felizmente al primer intento y con sólo un golpe de verduguillo. Con el jabonero terciado, que brindó a su hermano Jorge, anduvo mal sin paliativos y como lo vi lo cuento. Y todavía le queda otra corrida.  Aunque a lo mejor ese día le llega la inspiración, lo que Rafael de Paula llamaba “ venirle el Espíritu Santo”. Las cosas, buenas o malas, de ser a la vez torero en activo y empresario.

Sigo opinando que lo que caracteriza al toreo de Manzanares es su estética, pero no es un toreo profundo. Sin duda que es un torero importante, que ha progresado mucho desde que le vimos de novillero muy vulgar y que ha pasado por muchas dificultades, recuerdo su serio problema de salud por el que atravesó hace unos años, pero al que le falta ese punto más de hondura en su toreo. Con su primero, el mejor del encierro, un toro con calidad en la embestida, anduvo pegando pases en tiralíneas con el compás muy abierto, con la pierna contraria muy retrasada, acompañando  la embestida y desplazando muchas veces hacia afuera, defectos que tapa con su estética y empaque, de lo que anda sobrado. Sí hubo una serie de derechazos buenos, ajustados, de arriba a abajo y de fuera a adentro. Como una serie de naturales en el que sobresalió uno muy bueno. Lo demás, y que es lo que más se le aplaudió, fueron sus soberbios cambios de manos, los pases de pecho de pitón a rabo y el torero macheteo por la cara. La estocada como dije al principio, valía una oreja, pero el conjunto de la faena no. Pero el innombrable presidente, sin criterio alguno, sacó a la vez los dos mocadores. ¡Y fue nombrado de entre aficionados de reconocido prestigio! Que no se le  olvide que uno es esclavo de sus palabras que están en hemerotecas y videotecas.  Usted no defiende los intereses de la afición ni de los que pasamos por taquilla con su actitud en el palco y aprobando medios toros como los de ayer. ¡Fuera del palco ya! 

Con el que hacía sexto, un toro parado y soso entre los sosos, aunque manejable como todo el encierro, Manzanares anduvo con más pena que gloria y en su línea. Mató de otro volapié de buena ejecución pero la espada quedó tendida.

Tarde triunfalista  de orejas y de puerta grande, en la que el toro volvió a brillar por su ausencia en el albero de La Malagueta.

¡Paz y salud!


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