Hola Graminoleños.
La actualidad nos ha traído nuevamente una noticia luctuosa que afecta el universo musical. Hace unos días conociámos el fallecimiento motivado por un infarto de miocardio de Peter Burns, el que fuera líder absoluto del grupo Dead Or Alive que en la década de los 80 logrará un tremendo éxito con una de sus canciones, aunque el resto de su carrera, al margen de su éxito en Japón, pasaría bastante desapercibida en el resto de Europa, incluyendo España.
Un poco más adelante disfrutaremos de el único éxito a nivel mundial que logró este grupo y que en nuestro país también triunfaría, pero lo cierto es que el personaje de Peter Burns trasciende mucho más allá de lo que es esa canción o el resto de sus discos. Un artista que no lo ha tenido nada fácil en su vida personal y que ha atravesado por momentos bastantes complicados. Está claro que como banda, “Dead Or Alive” no tenga entidad suficiente como para tener tanto protagonismo en “La Graminola”, pero creo que es interesanto conocer el recorrido que su líder ha llevado durante muchos años hasta terminar poco más o menos que autodestruyéndose. Vamos a ello.
Tras un fallido intento con un grupo llamado Nightmare In Wax, en el que su música se acercaba al punk-rock, Peter Burns daría con la tecla al cambiar totalmente de estilo y formar en Liverpool su grupo definitivo. Dead Or Alive se convertiría en otra de las bandas que abrazaría el movimiento New Romantics, publicando su primer disco en el año 1984 bajo el título de “Sophisticated Boom Boom”.
La portada del disco llamaría la atención de mucha gente. En ella podemos apreciar a un Peter Burns, envuelto en un abrigo de leopardo y rodeado de pieles de distintos animales, algo que siempre le atrajo y que le acarrearía grandes problemas, en una pose afeminada, con mucho maquillaje en su cara y un melenón espectacular. Como ya digo, esta portada impactaría muchísimo a pesar de que es uno de sus aspectos más discretos, como también iremos viendo.
Musicalmente hablando el disco solamente sería una presentación en sociedad de la música que querían hacer. Podría decirse que se convertirían en la cará más rotunda y excesiva de los New Romantics de la época, con un primer trabajo que llamaría más la atención por su aspecto que por la propia música, destacando de entre las canciones que lo componían este “Misty Circles” que tendría relativo éxito en Estados Unidos.
Tras este discreto y prometedor comienzo, Pete y los suyos sabían que se la jugaban con su siguiente disco. Ya habían conseguido lo que querían, llamar la atención del público, hacerse populares y, en algunos casos, escandalizar a los más puristas de la música. Ahora quedaba encontrar canciones que calaran y que les llevaran hacia lo más alto.
Para ello elegirían al trío de productores musicales de moda por aquella época, Stock, Aitken & Waterman, que convertían en éxito todo lo que tocaban y con ellos no iba a ser una excepción. De esta manera, en el año 1985 publicarían “Youthquake”, el mayor logro de su carrera.
En este disco se incluiría la canción que pasa por ser el mayor éxito de su carrera. No es que tuviesen muchos más, la verdad, pero a nivel mundial ese tema sería el único en toda su trayectoria que pondría de acuerdo a todos a la hora de decidir que era un grandísimo éxito.
Por supuesto me estoy refirendo a “You Spin Me Round (Like a Record)”, una de esas canciones que se convierten en la auténtica seña de identidad de un grupo. Con ella lograrían un éxito espectacular y se auparían al número uno de las listas de todo el mundo, abriéndoles de par en para las puertas de la fama y de lo que se suponía una carrera muy prometedora.
Lo cierto es que esta canción tiene tras de sí una historia muy curiosa. Cuando Pete Burns se la presentó a la discográfica, ésta renegó de ella. No le gustó lo más mínimo y llego a decir que era un tema horroroso. Sin embargo Burns no desespero, financió su grabanción de su propio bolsillo, produjo el videoclip y con los retoques de Stock, Aitken & Waterman no solamente lograron el mayor éxito de la carrera de Dead Or Alive sino que la convertirían en una de las canciones más famosas de la historia del tecno-pop de los 80.
Gracias a este éxito, el disco al completo también lograría triunfar a lo grande, y aunque hay alguna canción más que tiene potencial suficiente como para llamara la atención del público, “You Spin Me Round (Like A Record)” las eclipsaría totalmente.
Se trata de canciones que sin la sombra de ese exitazo podrían haberse hecho muy populares, como habría sucedido, a buen seguro, con “Lover Come Back (To Me)”.
Como puede comprobarse, la figura de Burns lo eclipsa todo. Él adquiere todo el protagonismo y en los videoclips muestra ese lado femenino que siempre buscaba en todos sus actos y que tantos problemas tanto económicos como de salud le traerían.
Además, empezaría a mostrar otra de sus señas de identidad. Su imagen era llamativa, evidentemente. Su larguísma melena, esas ropas chillonas a la par que elegantes, maquillaje en su rostro, labios ligeramente pintados y un parche en su ojo izquierdo. Ese parche no tapaba ninguna dolencia ocular, sino que era parte de la parafernalia que le acompañaba en aquella época.
Eso sí, había excepciones y en ocasiones mostraba al público sus dos ojazos, como sucede en el videoclip de otro de los temas destacados del disco: “My Heart Goes Bang (Get Me To The Doctor”.
Tras haber conseguido un gran éxito con su segundo disco, no tardarían en volver al estudio de grabación para sacar al mercado el tercero. Sería en el año 1987 cuando pondría en circulación un nuevo disco con el que buscaban el asentamiento definitivo, aunque sin conseguirlo salvo con una excepción. El título de este nuevo disco sería “Mad, Bad And Dangerous To Know”.
Este disco dejaría bien a las claras que con su anterior trabajo habían tocado techo y que las perspectivas de una larga actividad y de muchos éxitos quedaban un tanto lejanas. Además, Burns empezaría a verse envuelto en varias polémicas que no ayudarían lo más mínimo a la hora de repeter el éxito.
Como contraste, este disco incluye una canción que puede considerarse como el otro éxito de su carrera, aunque sin acercarse lo más mínimo a “You Spin Me Round (Like A Record)”, pero que gozaría de cierta popularidad y una meritoria posición en las listas de éxito. Su título es “Brand New Lover”.
Pero como ya digo, Burns se vería envuelto en polémicas que él creía que ayudaban a la hora de darle más popularidad pero que ciertamente lo que ocasionarían es la entrada en una espiral de autodestrucción que acabaría con su carrera musical y, lo que es peor, le llevaría a situaciones críticas en su vida privada.
Sus primeras polémicas venían por su imagen y él lo sabía. La portada de este tercer disco originaría bastantes críticas por parte de amplios sectores conservadores de la sociedad norteamericana donde caería en desgracia. Si os fijáis, en esa portada Burns luce un crucifijo con una imagen más femenina que nunca. Iglesia y ambigüedad sexual está claro que no congenian.
La polémica más grande y conocida, sin embargo, sería su enfrentamiento atroz con el cantante de Culture Club, Boy George, al que acusaba de imitarle en sus atuendos y el maquillaje de su cara. No le faltaba razón al bueno de Burns, pero en esta ocasión podría decirse que la copia ganaba al original, ya que el éxito de George al frente de Culture Club sería muy superior al suyo al frente de Dead Or Alive. Además, éste último se convertiría en una de las grandes imágenes de los años 80 en decrimento de Burns que si bien fue el primero no obtuvo el reconocimiento que sí lograría su imitador.
Centrándonos en lo puramente musical, el disco tendría una acogida bastante discreta y muy alejada de las espectativas creadas a excepción de en un país, Japón. Y es que los nipones se convertirían en sus más fervientes admiradores, convirtiéndose en uno de los grupos favoritos de los fans japoneses, llegando a ocupar incluso el número uno de las listas de ventas, siendo una de las canciones favoritas por aquellos lares este “Something In My House”.
A partir de este momento el grupo se iría diluyendo poco a poco. Las espectativas que habían levantado al publicar su segundo disco se habían evaporado y con la aproximación de la década de los 90 el sonido tecno estaba evolucionando en unos casos y despareciendo en otros. El futuro no presentaba demasiado bien para Burns y los suyos.
Eso sí, siempre les quedaría Japón, donde seguían gozando del favor del público al que le encantaba su música. De esta manera, en el año 1989 publicarían un nuevo disco bajo el título de “Nude”, en el que la portada, una vez más, generaría una gran polémica.
A excepción de Japón, el disco sería un estrepitoso fracaso y ni en el Reino Unido conseguirían unos resultados decentes. Todo parecía indicar a que su momento había pasado y que estaban de retirada a pesar de que su sonido había sufrido algunos pequeños cambios.
Sin abandonar su estilo habitual, darían un pequeño giro hacia la música disco, acercándose cada vez más a música puramente creada para bailar. Como ya os comento en Estados Unidos y en Europa ni con esa variante lograrían encandilar al público, pero en Japón, con canciones como “Turn Around & Count 2 Ten” llenaban las pistas de baile.
Todo parecía indicar que la apuesta del grupo a partir de ese instante iba a ser la música para bailar. Simplemente con analizar un detalle de este disco se llegaba a esa conclusión: entre las canciones que lo formaban no había espacios, sonaban una detrás de otra enlazadas como si de una sesión de discoteca se tratase.
Sería en el año 1990 cuando llegaría su siguiente trabajo, titulado “Fan The Flame (Part 1)” que nuevamente lograría tener éxito únicamente en Japón. En el resto del mundo apenas tuvo repercusión, a pesar de que atrás había quedado definitvamente la etapa tecno del grupo para dar paso a un sonido puramente discotequero.
Burns había iniciado una peligrosa carrera en los últimos tiempos. La cirugía estética se convertió en una fijación y comenzó a someterse a operaciones cada vez con más frecuentes buscando que su aspecto femenino fuese cada vez más completo. Lo curioso del caso es que, a pesar de que todo el mundo así lo consideraba, él no era homosexual, sino bisexual. De hecho estuvo casado con una mujer durante 27 años. Más curioso todavía es que tras separarse de ella contraería matrimonio con un hombre. Así era Pete Burns, siempre excesivo.
Esa afición por el quirófano iría transformando su aspecto y pasaríamos de ver a un Burns glamuroso, original y elegante a encontrarnos con una auténtica “diva”. Además su música ya no tenía nada que ver ni con los New Romantics ni con el tecno, sino que era simple música de pachanga discotequera. Os invito a que contempléis estas “novedades” en el siguiente videoclip, son evidentes. Se trata del primer sencillo de este disco, de título “Your Sweetness (Is Your Weakness)”.
El divismo que manifestaba en ese instante llevaba a que el grupo ya prácticamente no existiese. Dead Or Alive era nada más un nombre artístico, ya que el único importante dentro de él era Pete Burns. Era evidente que en cuestión de tiempo, de muy poco tiempo, algunos empezarían a abandonar la nave, pero eso a él no le importaba.
En los primeros videoclips del grupo podía apreciarse que los otros tres componentes del mismo tenían su presencia. Para empezar sus voces hacían coros y se dejaban escuchar en los estribillos y siempre aparecían, en mayor o menor medida, en esos vídeos. A partir de este momento su presencia era testimonial, sus voces no intervenían en absoluto y el único protagonismo en los clips se lo llevaba Burns. No hay más escuchar la canción “Unhappy Birthday”.
Muchos os preguntaréis si el título de este disco, “Fan The Flame (Part 1)”, signfica que había una segunda parte. La respuesta es afirmativa, lo que sucede es que nunca llegaría a publicarse, pero era tanta la pasión que los japoneses tenían por su figura y su música, bastante inexplicable por cierto, que las versiones piratas de esta segunda entrega empezarían a circular por doquier y serían muchos los que presumirían de tenerlas, algo que siempre indignó a Burns que renegaba de este disco.
A nivel de ventas y a nivel de éxito estaba claro que la situación no era la idónea, a excepción hecha de sus fieles seguidores japoneses, por lo que el siguiente disco tardaría cinco años en aparecer y con las primeras bajas en su formación ya que solamente dos de los miembros originarios del grupo aguantaban el tirón junto a Burns. De esta manera, en el año 1995 aparecería en el mercado “Nukleopatra”, incidiendo en las formas y el estilo de los últimos trabajos.
Un detalle definitivo para darse cuenta de que el futuro de Dead Or Alive no apuntaba a tener demasiado recorrido es que este disco se publicaría inicialmente únicamente en Japón y tardaría tres años, es decir que nos iriámos al año 1998, para que fuese publicado en Estados Unidos y en Europa, pasando totalmente desapercibido este reestreno.
Su música podría llevar perfectamente el calificativo de “petardeo”, ya que Burns se estaba convirtiendo día a día en una auténtica caricatura de sí mismo. Su aspecto femenino era cada vez más marcado y los efectos de las intervenciones quirúrgicas cada vez más evidentes. Musicalmente hablando aportaba muy poco, atreviéndose a destrozar con una versión discotequera del clásico de Bowie “Rebel, Rebel”, con un resultado no demasiado bueno.
De hecho, el tema más destacado de este disco sería un remix de “You Spin Me Round (Like A Record)”, que realmente no era nada del otro mundo, así que se hace difícil destacar alguna de sus canciones, si acaso este “Sex Drive”.
A estas alturas, Burns se había convertido en un personaje más cercano a la polémica que a la música, más cercano a esas personas que frecuentan los programas de telebasura y que intentan reclamar sus derechos viviendo de las rentas del artista que fuera en su momento. Podíamos decir que el Burns cantante había dado paso al Burns “friki”. Una auténtica pena.
Todavía llegaría un disco más, el que sería el último, en el año 2000. Para aquel entonces Dead Or Alive era más una marca que un verdadero grupo ya que Burns lo acaparaba todo. Además, la casa discográfica había arrojado la toalla y, aunque por contrato se veía obligada a publicar ese nuevo disco, exigiría que éste incluyera remixes de éxitos anteriores para intentar tener algo más de tirón comercial.
El disco llevaría el título de “Fragile” y en esta ocasión únicamente sería publicado en Japón.
La mayor parte de las canciones que integran este disco son como ya os comento remezclas en plan “chundachunda” de los éxitos de la primera época del grupo que ya únicamente tenía algún tirón, y éste también había descendido considerablemente, en el país nipón.
Únicamente se publicaría un sencillo, uno de los escasos temas novedosos, que llevaría el título de “Hit And Run Lover”, una canción que pasa por ser la última que publicarían como grupo. Más de lo mismo.
Tras este último disco, Burns se dedicaría a aparecer en algunos programas de telebasura, llegando a participar en una de las ediciones de “Celebrity Big Brother”, o lo que es lo mismo, la versión inglesa de “Gran Hermano” con famosos, con un aspecto bastante desmejorado y con unas secuelas tremendas de la cantidad de operaciones de cirujía estética a las que se había sometido.
De Hecho reconocería que había gastado todos sus ahorros en esas operaciones y que los derechos de autor de muchas de sus canciones se dedicaban casi exclusivamente a volver a entrar en quirófano para intentar solucionar los muchos errores producidos en esas intervenciones.
Sin duda alguna, Pete Burns es un clarísimo ejemplo de esos juguetes rotos que de vez en cuando produce el mundo musical. Pudo haber sido alguien importante en el panorama musical internacional de los años 80, pero su obsesión por llegar a ser lo que realmente no era le llevaría a terminar como asiduo de programas televisivos de dudosa calidad y uno de esos artistas que acaba actuando casi en exclusividad en espectáculos vinculados al mundo gay, con una música repetitiva y sin éxito, viviendo de las rentas de un único éxito que pudo ser la antesala de una larga y exitosa carrera y terminó siendo una simple excepción.
Y aquí lo dejamos por hoy, Graminoleños. Nos vemos muy pronto con más música.
JUAN JOSÉ GOMARIZ