Se cumplieron el mes pasado 10 años del nacimiento de esta obra maestra creada y escrita por David Milch. Y creo que se merece al menos una pequeña retrospectiva. Sobre todo porque desde mi punto de vista ocupa el primer lugar entre las series canceladas injustamente
Lo primero que se debería decir de Deadwood es que es un western, una del oeste, pero como casi nunca se ha visto un wester. Mas en la onda de Sam Peckinpah (que prolongó Clint Eastwood con "sin perdón"). Una lucha terrible y deshumanizada por el terreno, la pelea diaria por sobrevivir en un mundo sin honor ni leyes, donde la anarquía y el crecimiento de pequeños reyes locales dotan a la vida de un valor y una justicia muy reducida Deadwood es sucia: desde las calles, la ropa, las casas o las personas, hasta el alma de los personajes, sus intenciones y sus vidas. Representa a la perfección una carrera hacia el progreso y la avaricia, y la ciudad es un vórtice donde confluyen seres de todo tipo, desde los comerciantes que quieren hacerse un hueco hasta los buscadores de oro, pistoleros o buscavidas de diferentes sexos y condición. Incluso los diálogos son premeditadamente sucios y duros, con la mayor cantidad de tacos y “fucking” por minuto de metraje de la historia de la televisión (inicialmente se pensó en incluir los tacos en el lenguaje del siglo XIX pero la traducción a la era moderna era ridícula)
El calificativo de serie coral le viene al pelo, donde los personajes van entrando, saliendo muriendo…y si bien aparentemente el foco era Seth Bullock (el inefable Timothy Olyphant), minorista y sheriff del pueblo, probablemente la falta de carisma y talento del actor empujaron a los guionistas a fijarse en otros actores con interpretaciones superlativas, como la de Ian McShane como el todopoderoso, repulsivo y carismático Al Swearengen, dueño del prostíbulo y autentico puto amo del pueblo.
También es de destacar el papel de Molly Parker como Alma Garret, viuda burguesa con propiedades en un terreno que le repugna pero donde debe permanecer por conveniencia y de Gerald McRaney (George Hearst) al que hemos visto en “House of cards”, que aparece a mitad de la serie para aglutinar toda la villanía del pueblo. Desfila también un electo de fantásticos actores que luego hemos visto en otras series: Anna Gunn (Martha Bullock) la terrible Skyler de "BB", Dayton Callie (Charlie Utter) al que vemos en "Sons of anarchy" o Keith Carradine (Wild Bill Hickok) ese gran Frank Lundy en "Dexter". Pero aparte de las magníficas interpretaciones de los actores, la serie tiene una poderosa puesta en escena, una increíble y cuidada ambientación y vestuario, y un ritmo intenso y ágil, que te hace a veces tener la necesidad de pausar para poder respirar. Una historia de ambición y supervivencia magníficamente contada, una epopeya apoyada en unos inmorales personajes reales que además le dan cierta relevancia y carácter histórico a la serie (Seth Bullock, Al Swearengen –y su Gem Saloon-, “Wild” Bill Hickok, Calamity Jane, Charlie Utter…son todos personajes que existieron realmente)
Sin embargo, después de tres temporadas y a pesar del éxito abrumador de la crítica y de una buena parte de los espectadores. La cadena anunció durante la 3º temporada que iba a ser la última. Se habló de cerrar los temas pendientes en una película pero nunca fructifico. De la misma forma, una parte del público se alejó de la serie, probablemente porque es una serie para la que no todo el mundo está preparado, debido a la forma de tratar el sexo y las diferencias sexuales, por la violencia, tanto explicita como implícita y por la continua y visible podredumbre que impregna cada rincón
Pero la principal razón fue económica: Todo el elenco de actores, la escenografía, el despliegue de exteriores (la calle principal del pueblo se creó únicamente para la serie y se fueron añadiendo más calles según el pueblo y los personajes iban creciendo) y la espectacular reproducción de una época pasada, eran demasiado caro para la cadena.
Deadwood nos dejó a medio camino, apenas en construcción, como una paradoja de la ciudad, donde las vidas miserables y oscuras de sus personajes estaban varadas en mitad de ninguna parte.