El Manchester United se encontró ante muchísimas más dificultades de la que seguramente esperaba en su visita a Goodison Park y siendo justamente derrotado por el Everton en lo que fue su primera caída en un debut liguero desde la temporada 2004/05 escuchó sonar una clara señal de alerta de cara al futuro inmediato.
Siendo un equipo con buenas intenciones pero al que al menos en esta ocasión le faltó mayor decisión, el United fue superado tanto en juego como en ocasiones y una vez que se encontró en desventaja no halló soluciones de ningún tipo para revertir el curso del encuentro, ni siquiera teniendo en cancha durante los últimos veinte minutos de juego a Robin Van Persie.
Se esperaba un encuentro equilibrado, pero lo cierto es que amen de los datos que devolvió el reparto de la posesión lo que se vio fue una superioridad notoria del equipo conducido por David Moyes, que dio cuenta de su habitual carácter competitivo pero además disfrutó de momentos de buen juego y llevó peligro de forma constante hacia el arco defendido por David De Gea.
Transformándose nuevamente en un rival complejo y difícil de vencer para el United, el Everton fue un conjunto que desde el vamos exhibió muy buenas intenciones con el balón, al que mas allá de algun envío largo siempre condujo con prolijidad hasta llevarlo a zonas en las cuales poder encontrar grietas por las que romper, algo que hizo en reiteradas ocasiones de la mano de Steven Piennar, Leon Osman y Marouane Fellaini, principalmente.
El once comandado por Sir Alex Ferguson avanzó de la misma forma, especialmente impulsado por participaciones correctas de Wayne Rooney y buenos destellos de Shinji Kagawa, suelto por el centro, en posición de armador, pero a diferencia de su rival lo hizo con mucha menor continuidad, lo que hizo que sus avances sean peligrosos pero bastante más esporádicos.
Dicho escenario propició muchas más chances claras del Everton, que sin embargo se encontró una y otra vez ante un De Gea infranqueable en dicho tramo, que respondió siempre de forma brillante ante un cabezazo y un remate a colocar de Piennar, una media vuelta formidable de Osman (rechazó el balón a mano cambiada) y un tiro libre con destino de ángulo de Leighton Baines. En frente, en cambio, Tim Howard solo tuvo que exigirse para repeler un tiro libre y un disparo a corta distancia pero débil de Rooney,
Iniciado el segundo tiempo lo realmente destacable es que el cuadro local logró que esa falta de contundencia no afecte su producción, lo que le permitió seguir ejerciendo superioridad hasta encontrar el gol por el que tanto había trabajado, que tras un bombazo de Osman que fue devuelto por el travesaño finalmente llegó tras un tiro de esquina que conectó de cabeza Fellaini, quien paradojas del destino era quien ya a esa altura más lo merecía.
Con muchos minutos por delante, lo que de forma ciertamente comprensible si se apoderó del conjunto local tras la ventaja fue el instinto de conservación, el cual hizo que deje de presionar y jugar en campo contrario y pase a defenderse con gran parte de sus efectivos en las inmediaciones de su área.
No fue un problema igualmente, básicamente porque ante buenas coberturas defensivas el Manchester perdió la paciencia y equivocó permanentemente los caminos, incluso con Van Persie, Ashley Young y Anderson ya en cancha, razón por la cual solo estuvo cerca de igualar luego de una jugada un tanto confusa en la que a punto estuvo de convertir Tom Cleverley.
Iniciado el recorrido, mejorar será una obligación para el Manchester United. Tiempo para terminar de aceitar automatismos aún le sobra. Como también le sobra poderio y potencial. El futuro dirá.