Se trata de una ordenación de preceptos o instrucciones que, siendo traidor a sus orígenes etimológicos, recibe más atención de la que merece. No hay decálogo original, ni útil. No hay recetas, ni diez mandamientos para mejorar un blog. Los buscadores están cargados de decálogos y manifiestos que ofrecen soluciones. Puedes seguir las indicaciones de aquellos que consideres más interesantes. Si logras que el tuyo destaque en entre los cientos de miles de blogs activos que puedan existir, cuenta la experiencia.
Permítanme, la osadía. Algo más de dos años posteando, a razón de una entrada semanal y procedo como esos pedantea, insolentes y engreídos que confeccionan listados de normas, dogmas o consejos para decir a otros cómo deben administrar sus blogs. En todo caso, aquí dejo la correspondiente tabla o listado tras la inexperiencia de dos años y unos cuantos post. Aquí dejo un decálogo que estáis exonerados de cumplir puesto que ni desciende del Sinaí ni amenaza con infiernos por su incumplimiento.
- Tamaño. Para repetir lo que otros ya han escrito, no cabe duda: lo bueno si breve, dos veces bueno. O como escribió Monterroso: Lo que puedas decir con cien palabras, dilo con cien. Lo que puedas con una, dilo con una.
- Frecuencia. No publiques porque leas que para tener un blog de éxito, hay que actualizarlo con una asiduidad determinada. Si un día estás en crisis, convéncete, no eres banco; ningún Estado saldrá en tu auxilio. Si no te apetece, si no te llega la inspiración o tienes algo mejor que hacer, no lo dudes; desenchufar resulta liberador.
- Arquitectura. La fachada, el aspecto visual, es tan importante como superfluo; lo que soportará tu blog serán otros elementos.
- La importancia de la primera frase es una chorrada cuando el resto es una piltrafa.
- Copia. Sé osado. Puedes copiar. ¿Hay alguien original? ¡Que lo señalen! ¿Quién controla la máquina expendedora de autentificaciones?
- Cortesía. Lo expuesto en el punto anterior no está reñido con el fomento de la endogamia o cortesía bloguera de citar y enlazar.
- Prisas. Para eso está Twitter y similares. Puedes correr para postear el primero; cuando lo hayas publicado, otros ya se te habrán adelantado.
- Contadores. Elimina todos los marcadores de visitas. Si piensas que tu blog es bueno porque contabiliza entre 200 y 300 visitas diarias deberías saber que hay multitud de blogs que multiplican por dos, diez o cien tus visitas. En todo caso, existen blogs con menos visitas que el tuyo, pero infinitamente mejores.
- Objetivos. Puedes deprimirte si no los consigues, pero no tendrás un mejor blog por ello.
- Máscara. Escribe con seudónimo o con el nombre que figura en el registro civil; nadie te exigirá la partida de nacimiento y, en todo caso, no serás peor o mejor por la firma.
- Imágenes. Si te dicen que cada post debe llevar una ilustración, llévales la contraria. Si cada vez que escribo de Rajoy tengo que poner su careto, apañado estamos. Mejor sería un punto final a tiempo.
- Desconexión. Es necesario el aislamiento preventivo. El exceso de conexión es un virus infeccioso de blogueros y similares. Su peligro radica en la dificultad para detectarlo y en la falta de antivirus en el mercado.
- Voyerismo. Si tienes un blog, deja de mirarte el ombligo porque al fin de cuentas todos tenemos uno.
Es lunes, escucho a Michael Dease:
http://wp.me/p38xYa-1uP