Revista Deportes

Decepción y aburrimiento

Por Malagatoro

priemero quinta

El impresentable e inválido primer novillo de “La Quinta”.


FICHA:
Plaza de toros de La Malagueta. Primera de feria. Novillada picada. Seis novillos de La Quinta, mal presentados por vareados y flacos, algunos inválidos como el primero. Manejables menos el tobillero cuarto. Y dos remiendos de Julio de La Puerta que se dejaron, el mejor el que hacía séptimo.

Sergio Flores, buena estocada, ovación que saluda. Pinchazo estocada caída perdiendo la muleta, vuelta al ruedo. Adolfo Ramos, pinchazo, estocada baja, aviso, ovación que saluda. Estocada fea que hace guardia perdiendo la muleta, aviso, media, aviso, silencio. Manuel Rodríguez , dos pinchazos huyendo y perdiendo la muleta, aviso, se echa dos veces el novillo, coge al puntillero Fuentes, aviso, otro pinchazo perdiendo la franela y estocada perpendicular, silencio. Estocada perpendicular perdiendo la muleta, aviso, descabello, pinchazo, aviso, media perpendicular, silencio. Juan Ortega pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo, aviso, estocada caída, ovación que saluda. pinchazo tendido, estocada tendida, aviso y seis descabellos, silencio. En las banderillas al sexto saludó Niño de Aravaca por cumplir con su obligación.


Decepción por el juego de los novillos de “La Quinta”, descastados y mal presentados, sin cuajo, con dos primeros ejemplares que eran dos sardinas manolitas de las que tanto gustan en Málaga para espetar. Para más inri la novillada tuvo que ser remendada con dos ejemplares de Julio de la Puerta, resultando uno de ellos, el que hizo séptimo, el mejor en juego y presentación. Decepción porque a pesar del juego desigual de los utreros, hubo tres, tercero, sexto y séptimo, a los que se les podía haber sacado más partido. Pero hacía falta ganas, entrega novilleril y lo cierto es que la actitud en general de los novilleros no fue la esperada de alguien que quiere llegar a ser  algo en esta profesión. Y entre sosería, destoreo, posturitas, largas faenas correspondidas con un concierto de avisos y un desastroso manejo de los aceros, transcurrió una tarde noche para aburrir hasta a las ovejas.

Lo único destacable, por destacar algo, fue la labor del mexicano Sergio Flores, que reaparecía tras su grave percance en Madrid, al quinto de la tarde, un novillo que desparramaba la vista y de embestida incierta y con el que estuvo valiente y asentado en el ruedo hasta lograr meterlo en la muleta y, así, poder enjaretarle dos buenas series de derechazos pero sin profundidad. Con el impresentable y discapacitado primero, una caja de huesos, estuvo muy desangelado.

Adolfo Ramos fue otra decepción. Iba ilusionado para ver a este novillero que me habían comentado había hecho progresos en su periplo por tierras castellanas. Pero lo que vi fue a una novillero, con buenas formas, con las aptitudes innatas y el valor que sin duda tiene para torear, y aunque puso voluntad, ayer anduvo demasiado parsimonioso, descolocado, abusando del pico de la muleta y falto de temple pues los novillos le tocaron en demasía  la pañosa. No sé quien lo lleva, pero ha de reestructurarse su carrera porque el melillense tiene maneras y toreando como ayer no le veo un futuro claro. Y no vale lo de es que “no han zervio”, pues aunque no fueron los codiciados “toros artistas”, excepto el cuarto que era tobillero y desarrolló peligro, a los novillos se les podía haber sacado mayor partido.

Juan Ortega tiene buenas maneras, especialmente con el percal que maneja con temple, cadencia y gusto. Con la muleta la cosa es diferente. En su primero le apuntamos una serie con la derecha templada y pasándose muy cerca al utrero, que no tenía un pase por el pitón izquierdo. Bueno el macheteo por la cara. Pero lo cierto es que su toreo es muy superficial, basado más en poses y posturas que en embraguetarse y dar el paso adelante. Con su segundo oponente anduvo muy frío, sin entregarse. Y malo es cuando a un novillero no se le ve con decisión, con hambre de ser torero y viendo al respetable, que aburrido por la tediosa tarde noche, y sin interés por lo que estaba sucediendo en el albero, abandonaba la plaza.

El que dejó pasar su oportunidad fue Manuel Rodríguez, al que la empresa hubo de incluir en el cartel tras su huelga de hambre frente a la Diputación. Sorteó el mejor lote que no supo aprovecharlo. Toreó acelerado, fuera de cacho, metiendo pico sin mesura, muy desconfiado. Es cierto que ha toreado poco, pero él debe saber medirse, porque para hacer estos envites no es suficiente la ilusión. Lo siento mucho por el chaval pero ayer se le escapó una gran oportunidad, quizás la oportunidad de su vida para hacer realidad esa ilusión.

¡Paz y salud!


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