¡Fue entonces cuando decidí que un cambio era la mejor opción! Me sentí como niña chica en una tienda de muñecas, tendría libertad extrema para elegir qué cosas haría con mi vida y qué cosas no; era como hacer una lista de regalos al viejo pascuero, pero con algunas diferencias: todo sería posible y el viejo pascuero sería yo misma.
Tomé mi tiempo y decidí cambios puntuales: mi salud, mi economía, mi trabajo y mis recompensas.
Hasta el día anterior, diría que era la persona más egoísta (pensado primero, segundo y tercero en mí), pero ahora veo que fue lo más sensato, porque con eso tendría los medios y la energía para compartir lo mejor de mí, con mi familia, amigos, pololo (novio), compañeros de trabajo y entorno en general.
Paso a paso iremos revisando los desafíos de cada cambio, los resultados y las motivaciones que te llevan a una nueva tú, a desprenderte por fin de esos “miedos valiosos” que guardamos eternamente, en lugar de enfrentarlos. También aprenderemos a conseguir nuestro propio equilibrio a partir de nuestras virtudes y defectos. Finalmente aprenderemos a reír, saltar, gritar y llorar sin importar los esquemas. Recuerda que la base para compartir es la abundancia y si no estamos completitas, felices y orgullosas de lo que hemos logrado, nuestras reservas estarían vacías para conseguir nuestro equilibrio perfecto :)El primer cambio a tratar en mi próximo blog será: Cambios físicos: cuando decir basta y ¡cuando decir vamos!