Revista Opinión

Defensa propia, ¿único remedio?

Publicado el 02 agosto 2017 por Jamedina @medinaloera

Defensa propia, ¿único remedio?

Ante la creciente ola de violencia, robos e impunidad que invade a la Zona Metropolitana de Guadalajara, a Jalisco y casi todo el país, la gente empieza a preguntarse seriamente si no ha llegado el momento de que la sociedad asuma su propia defensa, sin esperar nada de autoridades que hasta la fecha han demostrado su ineptitud y probable complicidad con el crimen organizado y no organizado.

Esta inquietud conduce necesariamente a varios cuestionamientos de la mayor importancia:

En primer lugar, si las colonias, los barrios y los pueblos empiezan a organizarse para asumir su autodefensa ante el crimen, es tanto como reconocer que el Estado mexicano en todos sus niveles, federal, estatal y municipal, ha sido definitivamente rebasado por el crimen (algo muy grave).

En segundo lugar está el problema de cómo la gente puede organizarse dentro del ámbito legal para defender sus intereses ante la evidente incapacidad de las autoridades para impartir justicia y seguridad pública.

La cuestión legal
En diversos estados del país han surgido movimientos de autodefensa social que buscan remediar la ineficacia y corrupción oficial; hay casos concretos en Michoacán, Guerrero y Quintana Roo. En comunidades jaliscienses también ha habido intentos de autodefensa, pero no los han dejado prosperar. ¡Ya ni eso!

Partimos de la base de que brindar seguridad a la población es la principal función del Estado. Ningún Estado se justifica si no es capaz de impartir justicia y seguridad a la gente de su jurisdicción. En otras palabras, una de las grandes razones por las que los seres humanos vivimos en comunidad, es porque buscamos proteger nuestros intereses, entre los cuales destacan la vida y los bienes; de otra manera viviríamos aislados como ermitaños.

Sin embargo, cuando el Estado se desentiende de esta obligación, la gente tiene que buscar soluciones, porque ante una situación en la que están de por medio nuestro patrimonio y la vida misma, tenemos que salir adelante a como dé lugar.

Autodefensa social
No hablo de insurrecciones o revoluciones, que sería la salida demagógica más fácil, sino de otras importantes alternativas que es necesario agotar.

Para hacer frente a la delincuencia que nos invade y que amenaza con desplazar al propio Estado, los ciudadanos podemos oponer un mínimo de organización, en primer lugar, política, es decir, ponernos de acuerdo para no votar por sinvergüenzas para ocupar los cargos públicos, sino por personas que hayan demostrado honradez y un claro afán de servicio público.

La partidocracia, es decir, los acuerdos cupulares que han venido practicando los partidos políticos para proteger sus intereses y mantener el estado de cosas al margen de ideologías y del interés comunitario, no puede caber en un proyecto de autodefensa social.

Pero a la par de la cuestión política electoral, los ciudadanos, la gente de bien, tenemos que organizarnos en colonias, barrios y pueblos, reforzando la solidaridad con nuestros vecinos para protegernos (todos para uno y uno para todos) de los ladrones y de toda clase de criminales.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 30 de julio de 2017.


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