Cuando después de cada proyecto , captas, retratas y fotografías el acabado final, te enorgullece y te da morriña ver como esa pequeña parte de ti, que llevas tiempo desarrollando o que con sus retos de obra y suministro, te hacen ver que lo que no te debilita… te hace mas fuerte, y te enseña a crecer o a solventar futuros. Ese preciso instante en el que la definición plástica, o barroca del espacio se te clava en la retina, para desprenderte de las llaves, darlas a su dueño, y decir un … “ha sido un placer formar parte de ti” para seguir el camino en el que desarrollar y llevar a cabo nuevos proyectos.
Ese instante en el que ves marchar con un sonrisa dulce a tu proyecto, y que te hace ver una y otra vez… como ha sido el inicio… y el resultado final.
Momentos que posiblemente luego inspiren a otros, que te hagan coger ideas para futuros, y como en el caso de esta casa que hoy os traigo en el blog, transmitan a su vez calma, serenidad y delicadeza.
Un espectro en el que las piezas de madera y los complementos de cada instantánea, se encargan de focalizar la mirada para intuir o sentir como puede ser vivir en un espacio así.
Muchas veces en fotografías y espacios, de repente irrumpen piezas que definen de una manera muy plástica el espacio. Elementos pulcros y detallados con los que perder la perspectiva, y que se encargan de dar un porque a las cosas.
Nada mas que definir las lineas no solo decorativas, si no aquellas en las que el cliente final aprecia y percibe lo que dice y quiere transmitir cada detalle. El porque si de cada cosa en su lugar.
Con piezas tan originales como la Normann Bell Lamp Copenhague o un cabecero DIY con brochazos de gris, descubriréis una vivienda en el que seguro… alguna idea tomareis.