Este post se titula "Deja para mañana lo que puedas hacer hoy" pero perfectamente podría haberlo titulado "Quítate el puto petardo que tienes en el culo".
Sí, porque así vivimos muchos. Como si tuviéramos un petardo en el culo con una mecha muy corta que va a estallar en cualquier momento y entonces nos movemos muy muy rápido todo el tiempo como queriendo huir del estallido final sin darnos cuenta de que lo que tenemos que hacer para librarnos de él es quitarnos el puto petardo que tenemos en el culo.
Vaya, que vivimos estresados a tope. O mejor dicho, autoestresados. Porque somos nosotros mismos los que nos ponemos las exigencias: vive deprisa, haz muchas cosas, y ahora esto, y no has terminado esto cuando ya estás pensando en lo siguiente, y ¿me ha dado tiempo a hacer todo lo que tenía que hacer?, y ¿me dará tiempo mañana?, mira que si no me da tiempo... ¡hecatombe! Explosión final y culo a la mierda (nunca mejor dicho).
Vale que esas autoexigencias no nacen de nosotros, sino de la sociedad hiperactiva, ultracompetitiva y megaperfeccionista, de nuestros padres (víctimas también de esos patrones culturales tóxicos), del miedo al fracaso, de la falsa necesidad de aprobación social, del temor a fallarle al jefe...
Como si el jefe fuera las personas más importante de tu vida. Vaya, el día de mañana, cuando estés muerto (porque vas a morir y lo sabes), tu jefe leerá un in memoriam y dirá "Fue un excelente trabajador que siempre cumplió con su labor..." y todos tus seres queridos allí llorando emocionados. "Qué bonitas palabras".
Ni el jefe es la persona más importante de tu vida ni te va a matar si no haces todo el trabajo siempre bien. ¡Pero el estrés sí puede hacerlo! O, al menos, ayuda, porque sabemos por multitud de estudios al respecto que el estrés se relaciona con la hipertensión y las enfermedades coronarias. Se relaciona, es decir, no es causa directa, sino un factor de riesgo más que, junto con otros (obesidad, tabaco, alcohol), puede facilitar el riesgo a padecer esas enfermedades.
Es muy importante tener en cuenta este matiz: el estrés no provoca infartos sino que es solo un factor de riesgo más entre otros. ¡No quiero que te estreses porque pienses que te estás estresando y que por culpa de eso te va a dar un infarto! No. Todos somos capaces de soportar niveles moderadamente altos de estrés en nuestra vida porque, en muchas ocasiones, no nos queda otra. Pero...
NO TE SOBRECARGUES.
Es decir, suficientes factores de estrés tenemos ya (el trabajo, los niños quien los tenga, higiene, deporte, hogar, compras, pareja, vida social y un largo etcétera) como para que tú, encima, te sobrecargues con:
- Plazos imposibles.
- Sumación infinita de tareas.
- Expectativas irreales: querer llevarlo to´pa´lante.
Baja el listón, chico/a. Que creo que todos preferimos, antes que el discursito del jefe, que pongan en nuestro epitafio: "Lo pasó bien". ¿O no? Por ello: delega, aplaza, pospón, relaja, ve lento, menos es más, elimina tareas y cargas, para de vez en cuando, descansa, en definitiva...
Deja para mañana lo que puedas hacer hoy (y te sobrecargue).
Quiero creer que estas palabras la suscribiría el genial Quino, padre de Mafalda, que nos dejó la semana pasada. Pienso que nunca se tomó en serio su trabajo. Y por eso le salió tan bien.
Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.
¡Y recibe este abrazo!