Completa e integral entrevista a Rosa Jové.
Dejar llorar a un niño es cruel y provoca secuelas
Lleva toda la vida volcada en la psicología infantil y juvenil, aunque también ha sacado tiempo para escribir algunos libros que han tenido un notable éxito entre los padres, como Dormir sin lágrimas, Ni conflictos ni rabietas o La crianza feliz.
Que si el niño no para de llorar, que si no come, que si se enrabieta y no hay manera de que entre en razón... Los niños no vienen con un manual de instrucciones. Por eso, tener el consejo de un psicólogo, ayuda.
¿Cuándo los padres entran en su consulta, usted ya sabe por su nivel de ojeras si el niño duerme bien o mal?
(Risas) ¡Qué va! Igual las ojeras de cansancio no se les nota tanto en la cara como en el ánimo.
¿Qué es lo que más preocupa a los padres de hoy ?
Va por tramos de edad, pero desde recién nacidos hasta los siete meses les preocupa sobre todo si come lo suficiente y el sueño.
¿Y qué pueden hacer unos padres desesperados cuando su hijo no duerme?
Hasta los siete meses cualquier cosa que haga el niño va a ser normal porque vienen preparados para dormir en periodos cortos y poder comer frecuentemente. Si estuvieran ocho horas sin comer harían hipoglucemias y no es bueno. Hasta esa edad tiene que comer a la hora que quiera, despertarse y comer frecuentamente, así lo dice la Organización Mundial de la Salud.
¿Y a partir de esa edad?
Lo que hacemos es un diagnóstico de lo que le pasa el niño. Entre un 10 y un 30% de ellos tienen apneas, dificultades respiratorias que hacen que no duerman, y eso no depende de darle o no de comer. Otros tienen reflujo esofágico, que hace que los vapores amargos que les suben del estómago les despierten por la noche. Lo que necesitaría ahí sería dormir más incorporado y darle algo para el estómago.
El doctor Eduard Estivill aboga por dejar llorar a los niños por las noches hasta que se acostumbren y usted en cambio defiende lo contrario, que dejarle llorar no es la solución. ¿Cada psicólogo tiene su teoría?
No, no hay teorías. Estivill cogió unos estudios antiguos que ha calcado en su libro pero a nivel científico no ha indagado mucho. Son cosas que están muy pasadas de moda y que dejan secuelas. ¿Está pasado de moda dejarles llorar?
En la calle no, pero a nivel científico sí. Son teorías muy antiguas y además puede tener sus consecuencias.
¿Y qué secuelas puede dejar?
Eduard Punset, en su libro El viaje al amor dice, literalmente, que la respuesta a si hay que dejar llorar al niño por la noche un buen rato o acunarlo, se encuentran en dos descubrimientos básicos de la neurociencia moderna. Señala (y lo lee literal) que el cerebro de un niño no está dotado por sí solo para afrontar la consecución del equilibrio, y las resonancias magnéticas de cerebros infantiles sometidos a periodos prolongados revelan alteraciones como una disminución del volumen del hipocampo, que aumenta la vulnerabilidad a la depresión, la ansiedad y el consumo de droga o alcohol en la etapa adulta.
Y todo esto puede ocurrir como consecuencia de dejarle llorar mucho tiempo.
Sí, y no solo para dormir, sino también durante el día. El dejarle llorar a un niño que está sufriendo y lo está pasando mal sin que nadie le consuele, hay estudios que demuestran que deja estas secuelas.
¿Y en su opinión es cruel?
Evidentemente. Siempre digo que los niños son personas, y yo si veo a una persona que llora, tenga la edad que tenga, si es de mi familia yo le daré consuelo. Y no esperaré al día siguiente, si hay que ir por la noche se va.
Pero si el niño se despierta cinco veces llorando, ¿hay que ir las cinco veces?
Antes de los siete meses, sí. Y después lo que hay que hacer es saber qué le pasa al niño.
¿Los padres tienen ahora demasiada información para criar a un niño?
La información no es mala y demasiada no sé si tienen. Sí que es cierto que se informan más que antes. Me gusta que los padres tengan información y si es demasiada, significará que se habrán leido varias teorías y luego actuarán en consecuencia. El problema es cuando tienen poca información y está sesgada. Yo abogo porque indaguen y ante la duda, actuar con tu instinto.
¿A través de sus libros intenta transmitir una forma natural de criar a los niños?
Sí, pero es que hoy la gente exagera en cuanto a artilugios. Hay padres que antes de que nazca ya tienen tres cunas, el moisés, el cochecito, la sillita de paseo...y ahora parece que no puedes tener un niño si no tienes un calienta biberones. Mi madre tuvo cuatro hijos y no sabe qué es eso. Hay que comprar lo que se necesitas en ese momento, no lo que piensas que necesitarás. Conforme el niño crezca, ya verás lo que necesita.
¿Programas como Supernany dan buenas lecciones ?
Para nada. Esos programas, como la mayoría, están muy manipulados. Al principio van a la casa del niño y le graban durante una semana en todos los momentos malos. Después va Supernany hace cosas sin ton ni son y graban al niño todo lo bueno que ha hecho en una semana. Ahora resulta que se baña, pero antes también lo hacía. Está manipulado, es un show. Por eso no tiene ninguna validez.
¿Las rabietas se arreglan con premios?
A mi me gustan los premios, de hecho nosotros vamos a trabajar porque nos pagan. La recompensa la usamos cada día, y nos gusta que cuando algo lo hacemos bien nos lo digan. Es una forma de potenciar que tu hagas más una cosa que gusta a los demás. Lo que no me gustan son los castigos porque pienso que hay otras maneras de actuar.
¿Cuáles? ¿Negociar?
Sí, aunque va por edades. Con menos de 2 años no razonan bien así que lo que tienes que hacer es evitar y distraer. Si en el camino de casa al cole pasas por un quiosco y el niño te pide cada día un chupachups, pues pasa por la calle de abajo o le distraes. A partir de los 3 y 4 años ya le puedes decir lo bien o lo mal que está algo, intentando negociar.
¿Algunos niños con los que ha tratado se han resistido a sus teorías?
Cada niño es singular y para eso servimos los psicólogos porque si no pondríamos una máquina para meter los síntomas y te diría lo que tienes que hacer. Los psicólogos valoramos a cada niño y aplicamos programas especiales a cada uno.