Vivimos en un entorno plagado de información y de “expertos” que dominan campos muy concretos de esa información que encontramos incluso sin buscarla. Antes, cuando alguien tenía una preocupación o la necesidad de valorar opciones solo podía recurrir a su experiencia, a los libros y a su sentir, siendo como mucho invadido por terceras personas que se entrometían y daban su opinión. Ahora seguimos contando con esas terceras personas pero además existe la sobreinformación que llega de los medios de comunicación, la publicidad, Internet, los expertos… ¿Expertos, eh? ¿Y qué pasa contigo? El único experto en tu vida eres tú mismo/a y, sin embargo, eres el último recurso al que acudir cuando necesitas un cambio o quieres emprender cualquier acción. ¡Qué curioso!
La intuición no es más que ese “saber interno” que, sin lógica ni razón, nos conduce a la toma de decisiones más acertada como respuesta a nuestras necesidades pues, al fin y al cabo, solo nuestra voz interior conoce lo que verdaderamente dice nuestro corazón.
A muchos les cuesta (o nos ha costado en algún momento) escucharse ya que seguir los dictados nada racionales de nuestras tripas nos obliga a traspasar la barrera del miedo y, además, a responsabilizarnos de las consecuencias que deriven. Y es que… ¡Tenemos que admitirlo! Es más fácil dirigir al experto de turno “la culpa” de nuestro fracaso que enfrentarnos a ese fracaso aprendizaje al que hemos llegado sin alcanzar el éxito. Así pues, preferimos vivir justificándonos: “tengo que asumir mis limitaciones, necesito que alguien me diga qué tengo que hacer ahora o cómo debo proceder”. Pese a esto, lo cierto es que cuando superamos el miedo a equivocarnos podemos eliminar las barreras que nos impiden conectarnos con nuestra fuente más interna de saber.
¿Eres poco intuitivo/a o no logras conectarte con tu voz interior? ¡No te preocupes! Te gustará saber que la intuición es una capacidad que puede ser desarrollada. Por ello, a continuación te dejo algunas pautas que te ayudarán a potenciarla:
- Confía en ti, en tus capacidades y en tus instintos. No somos inteligencias artificiales carentes de emoción o conexión sistémica de modo que podemos (y debemos) aspirar a hacer algo más que tomar decisiones en base a nuestras observaciones, hechos y procesos mentales lógicos.
- Date permiso para escucharte y quedarte con la información que llega sin pensar a tu cabeza. La voz interior que nos habla es aquella que nos transmite mensajes afectuosos no la que nos sabotea con pensamientos negativos o derrotistas, como de costumbre… Hazte una pregunta y quédate con la primera respuesta que haya inundado tu mente, por rocambolesca que te parezca (esa idea es, precisamente, la que tu subconsciente ha extraído de sus archivos, tu deseo más básico y sin juicios).
- Practica el hábito de meditar. La meditación te permitirá trabajar muchas esferas de tu vida, empezando por la serenidad, la consciencia de presente y la capacidad por poner el foco o la atención en aquello que te beneficia y no en las preocupaciones o los pensamientos que te sabotean.
- Presta atención a tu cuerpo. Si sueles notar alguna molestia física como reacción de hacer algo que no te apetece o que sabes que es poco correcto… ¿Para qué la ignoras? Las “corazonadas” que sentimos no son ninguna tontería sino un mecanismo de nuestro organismo para llamar nuestra atención, para comunicarnos algo importante. Escúchate y no volverás a decirte aquello de “yo ya sabía que esto iba a pasar, sabía que tendría que haber hecho esto otro”. Comunicarte con tu cuerpo te mantendrá conectado/a y aprenderás a entender qué te dicen el estómago y el corazón.
- Estimula tu parte más creativa e intuitiva. El hemisferio derecho del cerebro es el que controla la expresión, la creatividad, el lenguaje no verbal, la intuición… Llevar a cabo actividades que lo estimulen te permitirá salir de la racionalidad del hemisferio izquierdo y entregarte a nuevas experiencias. Por ejemplo, te pueden ayudar: la danza, las artes plásticas, la meditación, la visualización, la música, etc.
- Pon a examen a tu intuición. Si todo esto te hace sentir inseguro/a pues realmente sigues pensando que no eres capaz de salirte de las decisiones basadas en razones y hechos… ¡Experimenta antes de renunciar! Una buena idea puede ser la de llevar un Diario de Intuición en el que puedas anotar, con toda libertad y confianza, qué sientes ese día sobre algo o alguien concreto. Estas anotaciones no deben servirte para juzgar a nada ni a nadie sino para registrar tus sensaciones físicas y emocionales respecto a los temas que puedan surgir para ver, con el paso del tiempo, si eran certeras. En caso afirmativo… ¡Verás cómo crece tu confianza y, con ella, tu intuición!