La mudanza ha sido un desmadre. Todo: de principio a fin. Bueno, el viaje no, de hecho fue muy tranquilo, pero apenas llegué a mi departamento, supe que serían largos días con muchos gastos económicos y emocionales.
Llevo una semana aquí y la mitad de nuestras cosas siguen regadas por esta miniatura de casa. Para encontrar mi cepillo de dientes fue un búsqueda de horas, mi vecino se droga en la calle, en las mañanas en las calles se ven prostitutas y prostitutos que regresan de trabajar, no tenemos cocina, el cuarto de mi hijo huele a caca de perro y no tengo trabajo. Lo que tengo, y mucho, es miedo.