Esta novela sirve para ilustrar con cierta ironía que eso que ahora se conoce como big data es una realidad que se remonta, en el fondo, a mucho antes del desarrollo de la imprenta. Sin ir más lejos, una lectura sistemática de los libros del Antiguo Testamento podría dar lugar a una enorme base de datos sobre individuos, atributos, características y relaciones sociales establecidas entre estos a lo largo de la obra. Un auténtico sistema de nexos de parentesco, amistad y poder que determinados ordenadores podrían analizar para dar lugar a interesantes conclusiones sobre la ideología y los mensajes fundamentales de los libros sagrados. Si la revolución big data consiste en la oportunidad de descubrir patrones sociales implícitos en grandes cantidades de datos, la novedad reside ahora en que los soportes tecnológicos han hecho posible que dichos análisis puedan ser mucho más rápidos de los que antes se quedaban en meras intuiciones o hipótesis.
Revista Salud y Bienestar
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