El fútbol es un negocio millonario en el que la justicia está supeditada a los intereses de quienes manejan en dinero. Se podría decir que en la vida ordinaria ocurre igual, pero en el fútbol es tan escandaloso que nadie espera ya que el Comité de Competición sea justo ni ecuánime. El manotazo de Cristiano Ronaldo al jugador del Málaga Mlitiga, al que le partió la nariz, me ha traído a la memoria el codazo que le dio Mario Kempes en 1983 al jugador del Atlético de Madrid Balbino en un partido en Mestalla al que acudí.
Fue una jugada muy parecida, en la que Balbino iba agarrando a Kempes y éste soltó el brazo, le dio un codazo que le rompió el pómulo. El árbitro, Sánchez Arminio, ni siquiera amonestó a Kempes y se ratificó después de ver las imágenes en televisión en que la agresión había sido fortuita. El Comité de Competición, que hasta entonces no utilizaba la moviola como prueba y fallaba basándose en el acta arbitral, decidió incorporar las nuevas tecnologías con efectos retroactivos -algo impensable en el Derecho Penal-, y sancionó a Kempes con cuatro partidos de suspensión, animado por los medios de comunicación madridistas, los mismos que ahora dicen que Cristiano no ha matado a nadie.
Como los del comité no estaban, al inicio del siguiente partido en Mestalla los pitos fueron para los cámaras de TVE.