
Y tras las especias, las hierbas; llamadas comúnmente hierbas aromáticas en razón de su olor, o finas hierbas por influencia del francés fines herbes, aunque en la cocina francesa esta expresión se utiliza para designar a la mezcla formada específicamente por cebollino, perifollo, estragón y perejil. Se trata de un grupo de plantas utilizadas sobre todo en la cocina mediterránea por su valor como condimento, así como también por sus propiedades medicinales y nutritivas. Como ocurre con las especias, también estas hierbas debieron de comenzar a utilizarse ya desde muy antiguo por su agradable perfume y para aprovechar sus virtudes curativas, pues casi todas tienen acción antimicrobiana: muchas de ellas ya aparecen en primitivos textos médicos. Su cultivo es muy sencillo, ya que se trata de plantas muy resistentes, y al ser originarias de lugares con clima mediterráneo necesitan poca agua para prosperar. La mayoría medran bien en macetas: todo lo que se necesita es el alféizar de una ventana con, eso sí, al menos de 4 a 6 horas de sol al día. Orégano, salvia, tomillo, perejil, menta o romero son algunas de las hierbas que podemos cultivar en casa con poco esfuerzo. En la cocina deben añadirse al final de la cocción en guisos y salsas y dejar que den sólo un breve hervor con el fin de conservar su perfume y sus vitaminas, y casi todas ellas pueden consumirse crudas como aliño de ensaladas o platos de pasta. Y como decía con las especias: no estarán todas las que son, pero sí serán todas las que estén.


