Revista En Femenino

Del poder al cuidado

Por Tenemostetas
Todos los días, amigos y lectores me pasan enlaces muy interesantes, creo que con la secreta intención de que me pronuncie sobre ellos :-) o para facilitarme bibliografía. A todos les agradezco, pues tengo material de primera mano que quizás no descubriría de otra forma.
Hoy me han enviado el de este proyecto Voces de hombres, que es un libro colectivo (con licencia Creative Commons), donde varios  hombres se reúnen para hablar de nuevas masculinidades, del mismo modo que varias mujeres nos reunimos el año pasado para hablar de una nueva maternidad. 

Del poder al cuidado

Los autores de Voces de Hombres


Me fui directa al capítulo sobre la paternidad, escrito por el psicoterapeuta Péter Szil, seducida por este magnífico título: "del poder al cuidado". En realidad ese desplazamiento -teórico y práctico- puede resumir el gran cambio vital en el que nos estamos sumergiendo todos: las mujeres, los hombres, los niños, la sociedad, la especie, el ecosistema, el planeta.
Busque en Google "hombres que cuidan" y verá que los resultados son "hombres que cuidan... su piel". He dicho en otras ocasiones que revalorizar el concepto de "cuidado" es el verdadero cambio de era, de paradigma, de milenio... o como queramos llamarle al que la humanidad está abocada.
El bienestar y el equilibrio individual y social no provendría entonces de que las mujeres nos "liberemos" de nuestro rol de "cuidadoras" para entrar en el modelo productivo, sino también y sobre todo de lo contrario: los hombres -y también el unidimensional modelo productivo y las mujeres, todos- abriéndonos al cuidado, no como una "carga" a repartir, sino como un placer, un lujo y una necesidad vital asociado a nuestra capacidad de dar(nos), nuestra empatía, solidaridad, generosidad, conexión emocional, verdadero empoderamiento personal. El poder entendido no como capacidad de dominio sobre los demás, sino como capacidad de dar, de cuidar, de acompañar, de compartir, de amar. 
Silz explica perfectamente en qué ha consistido para nosotros el poder (ejercido de padres sobre hijos, adultos sobre niños, pero en general extensible a todas las formas de poder en la sociedad) basado en tres ejes fundamentales: la Ley, la Autoridad y la Distancia. 
“Considero que los malos tratos a los niños constituyen uno de los legados más arraigados del patriarcado como orden social y matriz cultural. Es una manifestación concreta y a la vez dramática de lo que ocurre cuando los valores básicos de la figura paterna tradicional impuesta por la sociedad patriarcal, se convierten en valores pedagógicos de toda una cultura. Estos valores son “ley”, “autoridad” y “distancia” (aún estando presente físicamente)”. 
Silz explica también de un modo muy claro, cómo -al contrario de lo que normalmente pensamos- la maternidad no ha sido demasiado diferente (ha sido una «impostura», al decir de Victoria Sau), pues hemos adoptado todos, hombres y mujeres, ese mismo modelo patriarcal: 
“La figura de la madre, en apariencia adulada, en realidad es venida a menos en el patriarcado. El papel de la madre es criar hijos para el padre. Ella es indefinible por sí misma pues son los hombres los que deciden cómo han de ser y cómo han de actuar. De esa manera el modelo de paternidad más arriba esbozado [ley, autoridad, distancia] impone su sello distintivo en la visión de qué son los niños y cuál es el papel de los progenitores (de ambos sexos) y de todas las personas adultas respecto a ellos. Convertido en doctrina pedagógica dominante, apoyada por la tradición y reforzada por potentes instituciones con capacidad de crear valores culturales (iglesia, escuela, medicina, psicología, etc.) ese modelo de entender la crianza de los hijos pierde su signo de género y es también practicado por las madres. Incluso parece que más por ellas que por ellos, ya que ellas no sólo tienen a su cargo todo el proceso de engendrar, gestar y parir [y amamantar, añadiría yo] sino de forma muy generalizada también el de asistir a la infancia hasta un momento dado de su desarrollo. Así se transmite de generación en generación  una cultura basada en la brutalización de la infancia”.
Es por esto que la "maternidad" tan idealizada por todos, tampoco ha podido cumplir durante milenios la función social que le vendría dada: la de la protección amorosa de las crías. 
A partir de ahí, el problema del sexo y el género se revela como algo mucho más amplio y esencial; como algo que supera la dimensión 'feminista' y se convierte en una dimensión 'humanista'; como algo que tiene que ver con la forma en que todos, mujeres y hombres, somos educados, formados y (mal)tratados cuando somos niños; como la base de la devastación emocional que nos azota como sociedad: 
"Lo mismo irrumpe también en el lenguaje cotidiano, por ejemplo, cuando se habla de que los niños "dan guerra". Es una proyección curiosa y una manera de culpabilizar a la víctima. Las niñas y los niños en realidad nunca dan guerra. Si es que están involucrados en una beligerancia, es para defenderse, con su vitalidad e inteligencia innatas, de la guerra de exterminio que los adultos y adultas libramos contra la infancia, contra la vida misma. Esta guerra tiene su expresión máxima en los abusos de poder (grandes y pequeños, físicos y no físicos) a los que los niños están sistemáticamente expuestos, pero no se limita a ellos". 
Con este abrir de boca, no queda sino leerse el capítulo completo de Silz, y el libro completo que da fe de las voces amorosas y necesarias de estos hombres. 
¡Salud! 

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