Revista Cine

Delitos y faltas, un maduro Allen

Publicado el 28 febrero 2010 por Carmelo @carmelogt
Delitos y faltas, un maduro Allen
El cartel de esta película es sumamente aclaratorio. En él podemos ver a Martín Landau (Judath) y a Woody Allen (Cliff) en la escena final, tomándose unas copas y contándose parte de sus penas. Y digo que es aclaratorio porque estos dos personajes son los protagonistas de la historia, ganador y perdedor juntos al final expresándose sus propias miserias con la excusa de dar una idea para un guión de una película.
La línea argumental de Delitos y Faltas se sustenta en las experiencias vitales de Judath y Cliff. El primero es un oftalmólogo de prestigio que ha tenido una amante de la que está harto y ante las amenazas de chantaje de ella decide quitársela de en medio, así, literalmente. Cliff, en cambio, está también harto de su matrimonio, y en general, de su vida, conoce a Halley (Mía Farrow) por la que siente un fuerte deseo pero no llega nunca a consumar nada con ella, entre otras cosas porque ésta prefiere enzarzarse con Lester, el triunfador cuñado de Cliff.
Mientras que Judath opta por el asesinato y encarga el trabajo a su hermano, Cliff espera a Halley, que se va a Londres a rodar, y cuando vuelve ya está liada con su peor enemigo, su prepotente y famoso cuñado Lester (Alan Alda)
En Delitos y Faltas Woody Allen se sirve de uno de sus mejores y más sólidos guiones para hablar de temas vitales como la religión, la moral y ante todo los sentimientos de culpa por nuestras malas acciones. Judath, que se debate en una lucha interna con esos sentimientos de culpa, al final decide librarse de ellos para ser feliz y seguir con su vida de prestigio y dinero. Cliff, que tiene mas claro lo que está bien y lo que está mal, es sin embargo un infeliz porque no consigue el amor de la mujer que quiere ni el éxito profesional –es un fracasado director de documentales- mientras que su cuñado Lester es un reconocido productor de comedias.
Como siempre, Allen intenta dejarnos un mensaje personal sobre los temas de los que habla, en este caso, la moral, y parece decirnos que aunque la sociedad te considere, aunque tú mismo te consideres, un perdedor, seguramente tu conciencia estará más tranquila que la de muchos ganadores que nunca sabremos lo que han dejado atrás para triunfar.
En resumen, Woody Allen nos deja una obra madura, muy alejada de sus primeras películas humorísticas, con esta reflexión moderna de un tema muy antiguo de la humanidad, el pecado, el delito, la falta.

Volver a la Portada de Logo Paperblog