Too big to fail (Demasiado grande para caer), un lema que nos suena familiar. Parece que todo lo que tiene un tamaño considerable se muestra poco susceptible a caer. Recordemos como en 1912 los medios de comunicación anglosajones de la época definieron al titanic, el transatlántico más grande del momento, como un insumergible. O como en 2008 nadie hubiese puesto en duda (ni tan siquiera las agencias de rating) la solvencia de Lehman Brothers, una de las principales bancas de inversión del mundo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Cualquier empresa, objeto o persona es susceptible de descender a los mismísimos infiernos. Nada es demasiado grande para quedar impune.
En estos días de campañas electorales algunos partidos han reavivado el debate de la banca pública en España. De hecho, no hace mucho tiempo del reinado de las cajas de ahorro. Durante ese periodo fueron los políticos españoles los responsables últimos de la gestión de esas entidades de crédito que tuvieron tantas carencias de gestión, como se vería más tarde; y que acabarían reconvertidas en bancos mediante fusiones frías. Bankia es el caso más conocido.
No obstante, a pesar de aquel periodo tan 'esplendoroso', muchos proponen ahora una banca pública. Una especie de ICO (Instituto de Crédito Oficial) con un papel principal en el sistema financiero, capaz de llegar a aquellos rincones donde el sector bancario privado no puede (o no quiere).
Podemos, uno de los principales candidatos políticos de cara a las elecciones del próximo 20 de diciembre, acerca esta visión de la banca pública como un producto capaz de hacer las delicias de los ahorradores españoles. En cierta medida lo que proponen es interesante, al menos desde la perspectiva de que se plantea algo diferente respecto a lo que ya existía anteriormente.
El economista Vicenç Navarro, ideólogo económico de Podemos, propone un modelo en el que el sector financiero sea de interés público. Un sector, que aunque esté manejando en su mayoría por empresas privadas, tenga una regulación extraordinaria que impida un exceso de poder en el mercado que acabe con los derechos de los consumidores y de los ciudadanos.
En los últimos años hemos visto como una buena parte del sector financiero europeo era intervenido. Miles de millones de euros de los contribuyentes gastados en recapitalizar bancos con serios problemas de solvencia. Un dinero que difícilmente se podrá recuperar. De forma paralela la elevada concentración bancaria de los últimos años, ligada al proceso de integración europeo, ha propiciado que pocos bancos tengan el control de la mayor parte de los mercados bancarios europeos. Una situación que pone en riesgo la sostenibilidad del sistema financiero global.
En este grafico se observa el tamaño del sistema financiero respecto al PIB de cada estado miembro de la UE. En la mayoría de los países, el mercado bancario supera claramente el tamaño de la producción anual de sus respectivas economías.
Exceptuando el caso de Finlandia y Austria, el tamaño del sistema financiero en los distintos países de la UE ha aumentado considerablemente entre 1997 y 2010. Un sistema más grande es más difícil de controlar.
Junto a este crecimiento de los mercados financieros globales, se ha producido una concentración masiva de entidades de crédito que controlan todo el pastel. Un sistema enorme en el que los actores principales son escasos pero todos protagonistas. En esta tabla, 4 de los 8 bancos más grandes de Europa superan, en tamaño, a la economía de su propio país.
En la última década la complejidad de la banca ha aumentado exponencialmente. El tamaño, la concentración y la complejidad son los grandes problemas de la regulación bancaria.
Además la complejidad aumenta si crece el número de operaciones que estos bancos realizan en diferentes países. Considerando un fallo en la gestión de uno de estos 'transatlánticos' el sistema financiero global podría tener un serio problema.
De nuevo. ¿Demasiado grande para caer? Ya hemos visto en la historia económica que ninguna empresa, por muy importante que pueda ser, es invulnerable a una crisis sistémica o a un momento de debilidad. Ahora bien, ¿Hay que generar inquietud, alarma por estos datos? Depende desde luego de la gestión de las propias entidades, la regulación y la influencia que tenga el sector financiero en la economía de un determinado país.
¿Es la banca pública una solución? Quizás, aunque por sí sola es insuficiente. Desde luego un 'NO' rotundo a un sistema politizado como el de las cajas de ahorro. Un sistema bancario público debe estar dirigido y gestionado por expertos en banca. Gente con experiencia en asuntos que estén relacionados con el sistema financiero, y que en cierta medida, no estén vinculados al mundo de la política. Algo que es complicado en España.
Por otro lado, la idea de una entidad pública que tenga objetivos sociales, en lugar de otros más económicos puede desviar a atención de sus gestores respecto a la salud de sus cuentas. Lo público no tiene por qué estar ligado a pérdidas. Entiendo que es complicado tener unos objetivos distintos a los de la banca tradicional y al mismo tiempo obtener una cuenta de resultados similares. En estos casos habría que ver cuál es el término medio y trabajar para conseguir unos resultados compatibles en términos sociales y económicos.
Por último habría que revisar la regulación. De momento vamos por Basilea III. Las propuestas de estos acuerdos fueron estructuradas de cara a incrementar la cantidad y calidad del capital sujetado por los bancos, al mismo tiempo que se recomendó limitar el nivel de apalancamiento. En cierta medida estas propuestas pueden ayudar, pero recordemos que la crisis financiera empieza por la difusión de activos complejos aparentemente sanos. El amplio rango de instrumentos financieros usados por estas instituciones, presentan un reto a la hora de cuantificar el riesgo implícito en ellos, por lo que habría que pensar en un nuevo marco que simplificase estos productos.
En definitiva un interesante debate. Los partidarios de la banca privada vs los partidarios de la pública. Ambos tienen parte de razón en sus argumentos. El problema es ponerlos de acuerdo. Banca privada sí, pero regulación también. Evitar males ya conocidos es de interés público. Al final siempre pagan los mismos, y la cartera no está para fiestas.