Revista Jurídico
¿Cuál es el mejor sistema político? Esta pregunta ronda las mentes de los filósofos del poder desde épocas milenarias, desde los griegos, pasando por santo Tomás de Aquino, los racionalistas europeos, los liberales, etc. ¿Cuál es el sistema político que asegura mayor bienestar para todos los ciudadanos de una Nación? ¿La democracia? Hay dos frases célebres, de dos personajes célebres, acerca de la democracia. Una es de Lincoln, que dice: “La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. La otra se le atribuye a Winston Churchill, y dice: “La democracia es el peor sistema político con la excepción de todos los demás.” Hoy en día, por lo menos en Occidente, estamos de acuerdo con que la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos, y por eso está incluida en todas las constituciones civilizadas del mundo. Le democracia tiene mil defectos pero por los menos es el más presentable de todos los sistemas de poder. Sin embargo, y no estoy descubriendo que el agua moja, la democracia genera varias suspicacias entre muchos poderosos, o entre los poderosos; entre aquellos que detentan realmente el poder en un mundo capitalista –e incluso en el socialista-. La democracia es como un mal menor para muchos. ¿Por qué? Porque es el sistema –que en teoría- asegura que la gente se sienta conforme, que la gente no se subleve, que la gente no se enfurezca. Si hay malos gobernantes es porque ustedes –el pueblo- los eligieron, afirman los poderosos. Si en una dictadura, o en una monarquía absoluta, o en una aristocracia, hay hambre o injusticia, pues el pueblo se siente legitimado para entrar a protestar de manera violenta, porque ellos –los poderosos- están pasándose de la raya. Recordemos la Revolución francesa como ejemplo práctico de lo que he dicho hasta ahora. En la Francia de Luis XVI y de María Antonieta, el pueblo creyó prudente enviar a los reyes a la guillotina por no pensar en ellos, por dejarlos morir de inanición, de miseria. En la democracia esto es más complejo porque el pueblo es el que elige, y si elige mal pues… aguántense. Ahí está la treta de los poderosos en las actuales condiciones, en los actuales tiempos. En un modelo capitalista de libre mercado hay algunos que acumulan mucho y otros que no tienen nada. Eso es de sentido común. El problema del capitalismo es la acumulación, la desigualdad, la injusticia, el desbalance entre los ricos y los pobres. Al capitalismo le está pasando lo mismo que a la democracia: es un sistema horrible, pero es preferible que el temido socialismo. En este mundo que vivimos la democracia está incluida en todas las constituciones de los Estados civilizados –como ya dije-, sin embargo, esa democracia real, esa democracia donde todos tienen posibilidades, donde todos pueden asegurar una vida digna, es irreal, no existe. O mejor dicho, existe pero solo en el papel, en teoría. Como lo ha denunciado el profesor Noam Chomsky en Estados Unidos, la democracia que tenemos en Occidente es una democracia “comprable”, es una democracia que -como todo en el capitalismo- está sujeta a las leyes del mercado, y por lo tanto solo los más poderosos la pueden adquirir para satisfacer sus propios intereses. Digamos que lo que tenemos realmente es una democracia virtual, una democracia donde en teoría el pueblo es el que elige a sus gobernantes. ¿El pueblo elige realmente a sus gobernantes? ¡Claro! ¡En las elecciones! Sin embargo, esas elecciones donde libremente se escogen a los gobernantes realmente no son tan libres. ¿Por qué? A nadie lo obligan a ir a votar –por lo menos mayoritariamente-, pero, los candidatos que aparecen con mayor opción para ganar son aquellos que han sido apoyados por los poderosos. Mejor dicho, aquellos candidatos que tienen más recursos económicos para sus campañas son aquellos que aparecen con mayor opción para ganar, y son aquellos que son votados por el público en general. Los poderosos se valen de la libertad del capitalismo y de la democracia para elegir a los gobernantes que protegen sus intereses. El pueblo raso termina siendo un idiota útil de todo esto. El show de la democracia termina siendo solo eso: un show.
Mientras tanto, el pueblo sigue pasando penurias: hambre, injusticia, corrupción, terrorismo, delincuencia, desempleo, etc. Sin embargo, como fueron ellos los que “eligieron” en teoría a sus gobernantes pues no hay forma de protestar, de pedir un cambio contundente. Los poderosos simplemente ríen, se frotan las manos y afirman: “Esa es la democracia”.