Revista América Latina

Demos-kratos Vs democracia del mercado

Publicado el 06 julio 2015 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19
Manifestantes griegos se concentran en la plaza Syntagma frente al edificio del parlamento en Atenas. - Foto EFEManifestantes griegos se concentran en la plaza Syntagma frente al edificio del parlamento en Atenas. – Foto EFE

Por: Yohan González

Si hay un pueblo que conoce con profundidad el significado de la palabra “democracia” es el pueblo griego y en especial el ateniense. Instaurado en la ciudad-estado de Atenas en el siglo V a.C, fue un modelo imperfecto pues solo el 10% de su población tenía derechos políticos, excluyendo a mujeres, ciudadanos más pobres y sobre todo a los esclavos. Sin embargo, ello no resta trascendencia histórica a su legado que, de conjunto con el romano y el francés revolucionario, son piedra fundamental de lo que hoy llamamos democracia, en griego δημοκρατία.

Y fue este domingo 5 de julio cuando los griegos, apelando a ese pasado que aún corre por sus venas de pueblo bravo y marinero, enviaron un mensaje de democracia a Europa y el mundo de igual magnitud al de aquel diciembre de 1974 cuando eligieron ser un República y enviaron al exilio a aquella monarquía aliada en su momento con nazis y coroneles. Grecia dijo “NO” a la imposición y la austeridad, pero dijo “SI” a Europa, pues en la rotundidad del resultado y de su voto reside la intención de su pueblo de intentar construir el sueño democrático europeo, por mucho que la gran prensa europea y mundial intentara convertir el referéndum (y ahora el resultado) en un mensaje sobre el sí o no de pertenecer a la Unión Europea y el euro.

Quienes argumentan que la decisión del gobierno griego de no aceptar las imposiciones de ese triunvirato de la austeridad que constituye el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea es no solo una irresponsabilidad sino también una traición a Europa, deberían preguntarse sobre que hace más daño a la supervivencia de la Unión.

Desde el mismo inicio de la crisis europea una sola palabra ha recorrido cada uno de las latitudes de la región: austeridad. Y aunque esta, traducida en recortes, ha traído cierto alivio macroeconómico, son las clases más humildes quienes han padecido sobre sus hombros esa “recuperación” que solo ha traído pérdida de derechos, precariedad laboral o incremento de la pobreza como lo demuestran ejemplos de países como España, Chipre, Grecia o Portugal.

En la economía como en la vida prima un axioma inviolable: nadie puede gastar por encima de sus posibilidades. Sin embargo, este criterio no ha de servir para imponerle a Grecia un modelo económico que solo tiene un calificativo: asfixiante. Joseph Stiglitz, premio nobel de Economía y exvicepresidente del Banco Mundial, quien se manifestó a favor del NO, ha expresado la inviabilidad de continuar con este modelo y la necesidad de un cambio en el modelo de la zona euro, que según él “nunca fue un proyecto muy democrático”.

Se avecina un pandemónium para Grecia, el conservador Wolfgang Schaeuble, ministro de finanzas alemán, lo advertía y el pueblo tendrá que pagar la osadía de “dejarse encantar por Tsipras”, como se puede leer en las opiniones de quienes defienden el “SI”. Pero, si la voluntad de los pueblos no puede detener las derivas del mercado, ¿en qué consiste la democracia?


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