Denis Diderot, escritor y filósofo francés del siglo XVIII, director y principal redactor de la Enciclopedia, la obra más representativa de la Ilustración. Hombre contradictorio, fue símbolo de una época profundamente dividida entre racionalismo y sensibilidad, las dos tendencias dominantes. En los prolegómenos de la tempestad, que abrieron Luis XV y su nieto Luis XVI, y que estallará con la Revolución francesa, el Diderot razonador, amante de ideas y sistemas, contribuyó en mucho al triunfo de las fuerzas instintivas y de los impulsos irracionales.
Acontecimientos importantes en la vida de Diderot
1713 Nace en Langres, Francia.
1750 Comienzo de la Enciclopedia.
1760 Empieza a escribir La religieuse.
1762 Emprende la redacción de Le neveu de Rameau.
1765 Trabaja en la escritura de Jacques le Fataliste.
1772 Concluye la Enciclopedia.
1784 Muere en París.
Muchos años después de su muerte seguía siendo considerado como el escritor secundario, inconstante, falto de lógica y de escaso rigor que había llevado a buen puerto la Enciclopedia. Conforme se fueron descubriendo sus obras maestras, la mayoría de ellas póstumas, se impuso como criterio de valoración el de Goethe, que vio en él al «individuo de excepción», el primer genio de una Francia enteramente nueva, eco de un siglo completo, que ocupa un lugar de honor en la Ilustración francesa. Escritor inteligente y sensible, burlón a veces, pedante otras, pero siempre fulgurante, se ocupó de forma notable de los más variados géneros. Realista y prudente, exaltó pasiones atemperadas y se convirtió en el adalid de la moral burguesa. Amante de la paradoja, fue un ser de ideas difíciles de captar, porque en él se confunden acción y pensamiento, y si algo le caracteriza es sobre todo el movimiento.
Denis Diderot nació el 5 de octubre de 1713, en la plaza Chambeau de la pequeña ciudad de Langres, en la Champagne francesa. Hijo de un cuchillero, artesano acomodado y apreciado por sus convecinos, vino al mundo en una familia en la que hacía cien años que todos eran artesanos, curas o frailes. De sus siete hermanos, sólo dos parecen haber sido objeto de su cariño, como Denise, dos años menor que él, a quien siempre llamará «hermanita», y sólo uno será objeto de su enquina, Didier-Pierre, el futuro abad, con quien pasará la vida peleando.
A los diez años ingresa en el colegio que los jesuítas tenían en Langres, del que fue un alumno brillante aunque indisciplinado.
Fue su éxito en los estudios lo que decidió a la familia Diderot a destinar a su retoño a la Iglesia, tanto más cuanto que el hermano de su madre, el canónigo Vigneron, se proponía dejarle la casa capitular y su prebenda, propósito que frustrará el cabildo al oponerse a las últimas voluntades del buen cura.
De todas formas, a pesar de su corta edad, o quizás a causa de ella, el mismo niño duda de la conveniencia de la decisión tomada y decide de pronto que quiere ser artesano como su padre, quien sin inmutarse le pone a fabricar cuchillos. Unos pocos días de fragua hacen comprender con rapidez al chiquillo que es preferible estudiar latín y griego. A los doce años recibe la tonsura y a los quince le sorprende el padre en un intento de fuga. Animado por el celo de un joven jesuita de la escuela, se propone dirigirse al colegio que los jesuitas regentan en París, el Louis-le-Grand, acabar sus estudios y tomar los hábitos. El cuchillero decide acompañarle a París e internarle en el colegio jansenista de Harcourt. De hecho, la vocación no va a durarle demasiado, ya que al salir de la escuela, a los diecinueve años, se licencia en la Universidad de París e inicia estudios de derecho que no termina.
A partir de aquí se abre un capítulo de la vida de Denis Diderot titulado vida bohemia, del que se saben bien pocas cosas. El enojo de su padre por los estudios inacabados provoca la suspensión del envío de dinero, y aunque su madre le mande algo de vez en cuando, a escondidas, se ve obligado a llevar una vida bastante miserable. No come todos los días, contrae deudas y, para subsistir, da clases o redacta sermones para algún clérigo.
En 1741 conoce a Antoinette Champion, costurera, que pronto se convierte en su amante. Deciden casarse a pesar de la fuerte oposición del padre de Diderot, que, dispuesto a impedir la boda como sea, encierra a su hijo en un convento del que se escapará saltando por la ventana. El 6 de noviembre de 1743, a las doce de la noche, se casará finalmente con su Nanette, quien, cuatro años mayor que él, pronto pretende manejarle. Resulta un matrimonio desdichado. Dos caracteres muy diferentes, dificultades económicas —el filósofo se gana la vida con traducciones mal pagadas— y el nacimiento de un hijo, que morirá al poco de nacer, aumentarán el peso de aquella desdicha. En 1745 traduce y adapta el Essai sur le mérite et la vertu, del filósofo británico Shaftesbury, se relaciona con la señora de Puisieux, quien se convertirá en su amante oficial, y publica en 1746 sus Pensées philosophiques, en los que ataca el cristianismo y preconiza la religión natural, que por supuesto el parlamento de París condena en seguida.
Diderot y la Enciclopedia
El año siguiente es su año de suerte. El librero Le Breton le contrata por cien francos mensuales para una adaptación de la Cyclopaedia or Universal Dictionary of Arts and Sciences, del inglés Chambers. Diderot tiene por primera vez un sueldo fijo y se lanza al trabajo con entusiasmo. Pronto el plan inicial se amplía. Diderot escoge a d’Alembert, matemático reputado, como codirector, para que reclute y dirija a los colaboradores científicos, y un proyecto original empieza a tomar forma. Justamente en este momento Diderot se ve obligado a abandonarlo todo. La publicación de su Lettre sur les aveugles le costará el encarcelamiento en la torre de Vincennes. Ciento dos días de encierro que le convertirán en un hombre más prudente. En 1750 aparece el Prospectus, que expone el objetivo que con la Enciclopedia se propone. La Encyclopédie ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des metiers, ingente esfuerzo de vulgarización científica, balance del progreso de las ciencias y las técnicas del siglo, se convertirá en la obra capital de la época y absorberá la mayor parte de la actividad de Diderot, su animador y redactor principal, durante más de veinte años.
Sin embargo, el filósofo no se dejará absorber totalmente por la empresa y encontrará tiempo para su propia obra creadora. Dramaturgo en 1757, con Le fils naturel y Le pére de famille, obras en las que establece los preceptos de la teoría del drama en torno a tres virtudes fundamentales: realismo, búsqueda de la emoción y moral edificante. Crítico de arte a partir de 1761 con su Salons, en los que se ocupa de las muestras de pintura, o «salones», que con carácter bienal se realizan en París. Novelista filosófico con sus tres obras maestras: La religieuse, Le neveu de Rameau, compilación de todos los temas que interesan a Diderot, y Jacques le Fataliste, publicada en 1778, que será la única en ver la luz antes de la muerte de su autor. Las tres serán rehechas y retocadas centenares de veces, y responden al mismo intento de conciliar el determinismo físico o social al que está sometido el hombre, con la libertad, condición primera y suficiente para la felicidad.
Entretanto, dos acontecimientos importantes han sucedido en su vida: el nacimiento de Angélique en 1753, la única de los tres hijos habidos del matrimonio Diderot que superará la infancia y sobrevivirá a sus padres, y un nuevo amor, Sophie Volland, también cuarentona, con la que inicia una relación de casi treinta años a la que sólo la muerte de Sophie vendrá a poner fin.
El hombre
Siempre fue excesivo en todo, extremista, ávido de emociones, de conocimiento y de sensaciones. Gran bebedor y buen comedor, era sensual y parlanchín, demasiado exuberante para el gusto de las damas que frecuentaban los salones, que le juzgaban falto de tacto y de delicadeza. Con su voz estentórea atronaba cualquier lugar y, además, gesticulaba demasiado. Cuentan que Catalina de Rusia tuvo que protegerse un día con una mesita de los bruscos manotazos del filósofo, que con una excesiva familiaridad intentaba convencerla de algo.
En cuanto a su aspecto físico, los visitantes del Salón de 1767 quedaron profundamente impresionados por el parecido que el retrato pintado por su amigo Michel van Too guardaba con el modelo. Sólo el original no quiso reconocerse, porque, en su opinión, «tenía al día mil fisonomías diferentes, según aquello por lo que me sentía afectado, sereno, triste soñador, tierno, violento, apasionado, entusiasta; pero no fui nunca como me veis aquí».
En 1773, a los sesenta años, finalizada la Enciclopedia y casada su hija —sus dos únicas preocupaciones verdaderas—, acepta la invitación de Catalina de Rusia y viaja a San Petersburgo, a donde llega más muerto que vivo. Permanece en Rusia cinco meses sin recuperarse nunca de las fatigas del viaje. Su regreso, en la primavera de 1774, marcará una disminución progresiva de su actividad. A petición de la zarina traza el plan de una universidad para el gobierno de Rusia y publica Entretien d’un philosophe avec la maré-chale de… , pero acusa la edad y el cansancio. Vivirá estos últimos diez años en mejor armonía con su mujer, que también ha dulcificado algo su carácter, y una calma precursora de la muerte invadirá sus vidas. El alma del filósofo parece apaciguarse y gana en estabilidad lo que pierde en brillantez, mientras a su alrededor todos, como él mismo, van envejeciendo.
Sophie Volland muere, y unos meses más tarde el propio Diderot cae enfermo. El 30 de julio de 1784, después de servirse compota de cereza, tose suavemente. No tiene siquiera tiempo de responder a la última pregunta de su mujer que la muerte se ha llevado consigo sin permitirle siquiera uno de los aspavientos a los que tan aficionado era.