Dennis Lee Hopper nació en Dodge City, Kansas, Estados Unidos, el 17 de mayo de 1936.
Acabó sus estudios en San Diego, California, donde se había trasladado con su familia tras la Segunda Guerra Mundial.
Comenzó a actuar siendo todavía un adolescente, puesto que durante sus años de estudiante intervino en diversos montajes del La Jolla Playhouse y el Old Globe Theatre.
En 1955, cuando contaba 19 años, el excelente director Nicholas Ray (que el año anterior había rodado “Jhonny Guitar”, que con el tiempo se convertiría en película de culto), le ofreció la oportunidad de aparecer por vez primera en la pantalla grande con un papel en “Rebelde sin causa” el nuevo film que estaba preparando, protagonizado por James Dean y Natalie Wood. Al año siguiente fue George Stevens quien contó con el para interpretar al hijo de Rock Hudson en “Gigante”, que este protagonizaba junto a James Dean y Elizabeth Taylor.
Fue contratado posteriormente en títulos como “Duelo de Titanes”, de John Sturges, “Del infierno a Texas”, de Henry Hathaway, o “Valor de ley”, también dirigida por Hathaway.
Realmente fue “Duelo de titanes” la que amplió las posibilidades de su carrera como actor, y la que hizo que hizo que trasladase su residencia a Nueva York. Allí estudió interpretación con Lee Strasberg, reconocido como uno de los grandes de la profesión, y participó en numerosas producciones televisivas. Entre ellas destacan series tan clásicas como “En los límites de la realidad” y Wagon Train.
Sus papeles de joven inadaptado y violento, siguiendo el perfil de su papel en “Rebelde sin causa”, lo hicieron reconocible a los espectadores. Al mismo tiempo, en ese perfil también se involucraba su vida personal, en la que se le conocía como hombre problemático.
Cuando regresó a Hollywood, trabajó en films independientes y de vanguardia como actor, y también como realizador de segunda unidad. En 1969 se estrenó como director con una película que renovaría la concepción del cine americano, pues “Easy Rider” estaba muy alejada del que se había realizado hasta entonces. El guión lo escribió conjuntamente con Peter Fonda y Terry Southern, quienes protagonizaron la película a su lado.
Aquella reflexión sobre la alineación juvenil de los años sesenta, y en la que también trataron sin tapujos temas como el sexo y las drogas, le valió a Cooper el premio al Mejor Director Novel en el Festival de Cannes de aquel año, y también la nominación al Oscar al Mejor Guión, así como Jack Nicholson, uno de sus intérpretes, consiguió la de Mejor Actor de Reparto. Había contado para realizarla con 350.000 dólares, pero obtuvo unos beneficios por encima de los 50 millones.
“Easy Rider” tiene ahora más de cuarenta años, pero hace ya muchos que se ganó su categoría de “película de culto”.
Aunque en la década de los 70 trabajó con directores como Wim Wenders (“El amigo americano”), o Coppola (“Apocalypse Now”), su vida personal dio mucho más de que hablar, que su vida profesional. A finales de esa década se vio involucrado en multitud de escándalos, entre los que podemos citar acusaciones de perversión de menores, tráfico de drogas a pequeña escala, escándalos públicos y agresiones. Su estado mental se refleja en el documental sobre el rodaje de “Apocalypse Now”, en el que se puede apreciar que tan apenas puede articular las frases de su personaje.
A principios de los 80, el mismo confesaba que consumía quince gramos de cocaína cada dos o tres días, y bebía unos seis litros de ron. Fue ingresado en una clínica de desintoxicación, al vérsele caminando sobre el ala de un avión comercial poco antes de despegar.
Prácticamente desahuciado para el mundo del cine, aunque apareció en aquel inició de década en títulos como “La ley de la calle”, de Coppola, o “Clave Omega”, de Peckinpah, fue “Terciopelo azul” de David Lynch la que dio un nuevo impulso a su carrera. Recuperado de sus adicciones, ofreció una magnífica interpretación, como las que seguirían a ese título.
Su vida sentimental también merece un capítulo aparte, y contribuyó a su leyenda.
Idilios más o menos tormentosos con Natalie Wood, Joan Collins y Ursula Andrés, entre otras… Su matrimonio en 1961 con Brooke Hayward, del que nació una hija, y que acabó en 1969… Su siguiente boda con Michelle Phillips, vocalista femenina de “The Mamas and the papas” en 1970, que duró tan sólo siete días, al abandonarlo esta por el cantautor Leonard Cohen… Otro matrimonio con Daria Halprin (1972-1976), con el fruto de una nueva hija… Uno nuevo con Katherine La Nasa (1989-1992), con el que tuvo un hijo… y un último con Victoria Duffy que comenzó en 1995, y con la que estaba en litigios para separarse cuando le sorprendió la muerte. De ella también tuvo una hija. Todos sus divorcios se llevaron una buena parte de sus ingresos económicos.
Hopper no se limitó al arte interpretativo o al de dirección. Reconocido pintor y fotógrafo, expuso sus obras a nivel mundial, aparte de poseer una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importante de USA.
A lo largo de su vida, actuó en más de 115 films y en numerosas series televisivas, convirtiéndose en un rostro familiar para los aficionados al cine.
Continuó trabajando hasta que el cáncer de próstata detectado meses antes de su muerte, venció el coraje y la rebeldía de un hombre que siempre ocupará un lugar en la Historia del Cine.
Falleció en Venice, California (USA), el 29 de mayo de 2010, recién cumplidos los 74 años.
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