Al suroeste de Francia esta localizada esta casa de campo del S. XVIII. Situada en una pequeña población de apenas 100 habitantes perteneciente a una comarca que a menudo comparan con la Toscana. Esta era la visión que tenían sus dueños para su rehabilitación, mantener el aire decandente y consevar mesas con azulejos de terracota, espejos de mercurio adquiridos en Nueva York o lámapras de Anthropologie que han venido de Londres. Textiles procedentes de Hungría, Ucrania, Turquía, y Transilvania para completar una personal decoración. Cualquiera diría que tras estos muros se esconden semenjantes tesoros.
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