La historia nos habla de dos policías en fase de preparación, Marc (Hanno Koffler) y Kay (Max Riemelt), compañeros de habitación en la academia. Marc, soberbio e inseguro, pero
con una vida perfecta: una novia Betina, con la que está a punto de tener un hijo, el apoyo de sus padres, una nueva casa y amigos. Kay es el raro de la academia, no se toma demasiado en serio las normas y parece desafiar continuamente todo lo que le rodea, llegando a ser impertinente. En parte por casualidad y en parte provocado, Mar y Kay se ven cada vez más, tropezando en cada uno de los lugares a los que van. El problema empieza cuando Kay decide ir más allá y materializar unos sentimientos que comienzan a surgir entre ellos, pero a los que Marc no se quiere enfrentar, comenzando así una relación clandestina plagada de dilemas más que conocidos, pero tan habituales como dolorosos.Esta película despertó en mí el interés debido a uno de sus protagonistas, Max Riemelt, al

Presentada en la Berlinale de 2013 consiguió un gran impacto entre el público hasta el punto de llegar a pedir una segunda parte*. Indudablemente, es la química entre los protagonistas lo que fascinó a todos los espectadores, además de una historia normal, pero muy bien contada.
La mejor escena: cuando Marc espera a Kay en su piso y le pide explicaciones. Pura química.
¿Por qué la recomiendo?: porque el trabajo de unos buenos actores y una historia simple pero perfilada, nos pueden remover por dentro más de lo que creemos.
