El plantearse el remake de una película de cierta reputación tiene más de un inconveniente, casi siempre difíciles de evitar y en general abocados al desastre. Una nueva versión puede no gustar por dos razones contradictorias pero perfectamente compatibles. Que la película sea una copia de su precedente y, por lo tanto, sea innecesaria, o que sea demasiado diferente y no guste a los incondicionales del original. Con la nueva versión de "Desafío total" sucede ésto último. Debo reconocer que no me animaba en absoluto contemplar esta nueva incursión de la novela de Philip K. Dick "We Can Remember It for You Wholesale" que traducida viene a ser "Podemos soñarlo todo para usted", entre otras cosas porque Colin Farrell me transmite menos que un caracol reumático, soportándolo sólo en la muy interesante "Escondidos en Brujas". Pero claro, si intervienen Jessica Biel y, sobre todo, Kate Beckinsale la cosa cambia, sobre todo la última que para mi, y esto es una opinión muy subjetiva, no hace falta ni que interprete, me es suficiente con su presencia.
El film de 1990 dirigido por Paul Verhoeven pretendía acercarse al universo de Philip K. Dick alejándose del modelo impuesto por Ridley Scott en "Blade Runner". Por supuesto no se parece ni en pretensiones ni en ambientación y probablemente tampoco en intenciones académicas, pero es que, deliberadamente, el director holandés tampoco se lo proponía cuando aceptó el reto de llevar a la gran pantalla "Desafío total". Su estilo es muy distinto, siendo una composición entre lo irónico y lo mordaz, acercándose más al cine de entretenimiento pero con una óptica de interpretaciones políticas nada desdeñables. Lo ha demostrado en films como "Robocop" o "Starchip troopers", en donde se nos presentaban futuros no demasiados halagüeños con influencias filofasistas, militaristas y con un estilo entre lo peculiar y lo personal. Algunos lo consideraron en su día como un propagador de tales ideas, pero eso es tanto como manifestar que Ford era racista porque su personaje principal de "Centauros del desierto" lo era, aunque bien es cierto que Verhoeven ha contribuido ciertamente a tales afirmaciones cuando sostenía que, "¿Hay algún problema con ser fascista? Todos tenemos un lado oscuro, fascinante por otra parte, que tratamos de no mostrar, pero que a veces sale a la luz. Todos somos un poco fascistas, malvados y violentos. El mostrar eso no quiere decir que quien lo enseñe también lo sea". Toda esa ambigüedad es trasladada a la gran pantalla, sea por medio de un policía robotizado, un gobernador que somete a los mutantes o el estamento militar que emerge como único salvador ante la amenaza de insectos del planeta Klendathu.
Pero, por encima de todo, la película protagonizada por Arnold Schwarzenegger es un divertimento, una mezcla equilibrada de acción, ciencia-ficción e ironía. Todo ello barnizado con el trasfondo de la personalidad, de quienes somos en realidad y si nuestras vidas son una mentira hecha a la medida de un destino ciertamente caprichoso. En este caso, el personaje principal, una versión musculada del Segismundo de Calderón, intenta averiguar su identidad, sus motivaciones y, sobre todo, intenta saber cual es su concepto político, toda una declaración de principios de quién busca el bando correcto al que sumarse. Todo hubiera sido muy distinto si el proyecto hubiera recaído en quienes tuvieron todas las papeletas para hacerse con la dirección y el papel principal, que no eran otros que David Cronenberg y Richard Dreyfuss. Se habría obtenido, desde luego, una visión muy distinta, probablemente más profunda y obsesiva, incluso puede que más cercana al universo de "Blade Runner". El film tuvo que tomar claramente un rumbo muy distinto con la incorporación de Scharzenneger y adaptarse a su personalidad, no como un actor del método, sino como un conductor de la acción sin tregua. A pesar de las críticas que en su día pudo soportar el actor, quien nunca se ha creído ni por asomo que fuera un talento interpretativo, pero si un hombre con visión y, en el caso que nos ocupa, el auténtico motor que impulsó "Desafío total", con fuentes de financiación que pudieran llevar a buen puerto la película, que además del proyecto ya fallido de Cronenberg, también se sumó el del director australiano Bruce Beresford que invirtió 6 millones de dólares en decorados que no llegaron a ninguna parte.
En cuanto a esta nueva versión del 2012 dirigida por Len Wiseman, hay que decir que intenta huir de su precedente con algo parecido a la honestidad en sus intenciones. Que lo logre es algo muy distinto. Cuestionable puede ser, sin duda, el coste de ese distanciamiento. La ambientación es una mezcla entre "I, Robot", "Minority report" y "Blade Runner" y tal batiburrillo no tiene porque ser algo negativo, se ha hecho en muchas ocasiones con otros films a los que se les tilda generosamente de homenajes. El problema no es ese, sino algo mucho más determinante. La película de Wiseman es un film discreto, con buenos efectos especiales, con algunas buenas ideas, pero no tiene demasiado fondo argumental y, desde luego, poco o nada que le rescate de un tono regular al que ya nos tienen, por desgracia, acostumbrados en muchos de los remakes que inundan la pantalla. Las motivaciones que sirven como macguffin para el desarrollo de la acción tienen que ver con una idea nada desdeñable. Ciudades construídas unas encima de otras, en las que los niveles más bajos son los más deprimentes, lo que llevan a la agitación social y lógicamente a la rebelión. Lamentablemente toda esa ambientación, que pudiera servir como motivación, no tiene un buen desarrollo argumental, sino más bien un intrascendente sucesión de efectos visuales.
Todo ese planteamiento inocuo tiene, no obstante, un alto precio. Se ha prescindido de todo lo que tenga referencia a Marte y sus mutantes, algo que en el film original tenía un atractivo de relevancia indiscutible. No existe ese trasfondo que le daba consistencia a la acción, personalidad a la ficción y atractivo a los personajes. En la película del 2012, los malos no tienen demasiado que ofrecer y pierden ante su referente original. El líder de la resistencia es absolutamente inocuo y el bueno de Kuato, en unos pocos minutos, le daba mayor carisma, quedando como un referente cinematográfico y eso, en una película como la que nos ocupa, tiene su peso específico. Se prescinde del personaje interpretado por Michael Ironside, cuya interpretación tenía el atractivo añadido de los celos, ya que su compañera sentimental había ejercido de mujer del héroe de turno. En esta nueva versión, Kate Beckinsale, asume ambos papeles, el de esposa impostora y el de ejecutora despiadada. En cuanto al elenco femenino, los habrá quienes prefieran a Sharon Stone y Rachel Ticotin a la ya mencionada y a Jessica Biel, por cierto nominada a la peor actriz a los Premios Razzie, pero eso ya es cuestión de gustos personales.
Probablemente innecesaria nueva adaptación, horrible quizás no tanto, insípida sin duda alguna, sobre todo en el tratamiento de los personajes, mucho más desdibujados de lo que suele acometer Wiseman en la saga "Underworld", en donde sale mucho más airoso. Su pecado no es prescindir de lo que nos gustaba de la versión de 90, tampoco que se haya dejado influenciar por algunas otras propuestas del cine de ciencia-ficción, sino el de ofrecernos un plato con todos los ingredientes, pero realmente insípido, mal sazonado y lógicamente soso. Sin embargo, hay que verla por una sola razón, ¿he dicho ya que sale Kate Beckinsale?. Pues eso.