[Reproduzco el texto del post que escribí por invitación del Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (MinTIC) en su blog]
A menudo se oye todo tipo de reacciones sobre lo que es el quehacer periodístico. Unas voces desde la academia, otras desde los medios y muchas desde la percepción común. De estas últimas, casi siempre hay miradas muy “negativas”.
Con ánimo de ser muy autocríticos, pensaré en que no son miradas “negativas” sino, precisamente, incisivas, críticas con el oficio. En los medios masivos recae una buena cuota de los regaños ya que justamente reciben toda la atención de las grandes audiencias.
Hoy, adicional a los medios masivos, otras plataformas atraen la mirada de segmentos de las audiencias. Las redes sociales son hoy un espacio en el que los ciudadanos comparten importantes porciones de la información que circula. Facebook está llegando a los 600 millones de usuarios y se ha convertido prácticamente en una nación digital y no cualquiera, una súper potencia con gran influencia y atención pública.
Esta misma semana, por ejemplo, Twitter, la principal herramienta de microblogs reveló que alcanzó los 200 millones de usuarios y que al día, éstos escriben 110 millones de tweets.
En una instancia inicial, el mundo recibió el influjo de los blogs que hoy pueden sumar casi 140 millones, aunque su tasa de crecimiento mermó en los últimos 4 años por cuenta de la emergencia de las redes sociales que le permitieron a los usuarios tener instrumentos más idóneos para compartir sus pequeñas cotidianidades.
Pero en términos del periodismo, son los blogs y los microblogs los que presentan más desafíos para los periodistas en ejercicio. Hoy, Twitter es una gran interesante manguera de información y en parte porque en realidad es una fuente que en muchos casos ahorra tiempo y acerca a las fuentes que comparten sus palabras.
Las secciones de farándula están felices. Desde que las celebridades tienen cuenta en Twitter muchos colegas sintieron que no tienen que volver a llamar por teléfono a sus fuentes para corroborar datos. De hecho, ahora hasta las banalidades más intrascendentes de la vida cotidiana son convertidas en noticia por el simple hecho de que son escritas por esas celebridades…
De ahí que la tentación de pensar que Twitter por sí mismo hace periodismo crece en algunos de los colegas más jóvenes que ante la inexperiencia en la reportería clásica prefieran usar únicamente este canal para irrigar sus noticias.
La experiencia nos muestra que los blogs y Twitter son instrumentos muy potentes para hacer periodismo como medio para publicación inmediato, para transferir tráfico al sitio web del medio –y sobre todo y más emocionante– para hacer transmisiones en vivo de acontecimientos de interés público.
Hoy el ciudadano siente que tiene todo para ‘amanecer como periodista’ y muchas veces lo logra porque además de la inmediatez, que es donde tiene mayores probabilidades para vencer a un medio masivo, a menudo tiene el sentido de la pertinencia y el olfato suficiente para hallar la esmeralda en la oscuridad del socavón.
Medios, periodistas, fuentes y audiencias aún necesitamos formarnos más en lo que estas herramientas pueden hacer, pero sobre todo, en las implicaciones de su uso. El periodismo crudo y clásico todavía necesita que a pesar de estos artefactos, sigamos insistiendo en las prácticas que validan el oficio: Investigación, contrastación, verificación, pertinencia, oportunidad, servicio, originalidad y, por supuesto, noticiabilidad.