La definición de alma da mucho de sí: tiene muchas acepciones según el diccionario de la lengua de la Real Academia Española. Sin embargo, quien carece de ella debe conformarse con tres significados. Son los desalmados. La Plataforma en Defensa de la Ley de Dependencia de Castilla-La Mancha acaba de otorgar el primer premio ‘Gente sin alma’ a Mª Dolores de Cospedal, secretaria general del PP y presidenta de la comunidad.
Cospedal se ha impuesto a sus rivales por más de 2.500 votos de los más de 5.000 emitidos por los ciudadanos que han votado a través de las redes sociales, según informa
Infolibre. La supremacía de Cospedal se debe a que era sobre la dependencia, un tema en que la dirigente ha actuado con especial saña. De haber abierto el referéndum a más ámbitos, la votación se habría convertido en una pugna de lo más reñida. El alma, antes vida, espíritu, es ahora, bajo el paraguas de la impunidad, poco más que una moneda de cambio. Hay quienes la pierden por unos sobres, o por una recalificación, una compra-venta con pingües beneficios, una comisión sustanciosa… O en el casino de Eurovegas apostando todo al humo. A más alto nivel, que en cuestión de almas hay castas, también la han ido perdiendo, si algún día la tuvieron, quizá de niños, Montoro, con su austeridad y sus brindis al sol sobre la salida de la crisis; Ana Mato, con sus recortes y su nefasta gestión al frente de la Sanidad; De Guindos, con su incompetencia y visión cortoplacista; Báñez, sin espacio dada la magnitud de su incapacidad; Gallardón, devolviéndonos al pasado más reaccionario y ultracatólico y, como maestro de ceremonias un
Rajoy también sin alma, que ampara y anima a todos ellos y su ejército de desalmados.
La secretaria general del PP está cómoda en su papel de madrastra de Blancanieves. Por eso me cuesta entender su repulsa a la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la doctrina Parot. Gracias a la sentencia con la que ahora azuzan a las víctimas que manejan a su antojo, ellos salvarán sus cuerpos y sus míseras riquezas terrenales, perdida ya el alma, en caso de juicio universal y justo. Ellos cometen ahora crímenes contra la humanidad, a la mismísima línea de flotación del alma de la sociedad que les aupó a sus escaños. No intuyen, o quizá ni les importe, que sin alma no habrá clemencia, tampoco paz.
PD: Por si alguien albergaba alguna duda a estas horas, el think tank de la CEOE, el Instituto de Estudios Económicos, tampoco tiene alma.