SÓLO EL QUE SABE ES LIBRE, Y MÁS LIBRE EL QUE MÁS SABE. Unamuno
El Sol saldrá a las 5,59 h. y se pondrá a las 18.06 h.
Los gobiernos sienten pasión por contar las virtudes de sus fuerzas armadas en misiones de paz a las que presentan como ONGs de ayuda humanitaria. Tal afición contrasta con el secretismo de sus fuerzas armadas en el mar. Poca información hay de cuántas armas navegan sin control por él y qué tipos de accidentes son los que se producen, de manera especial en las naves equipadas con armas nucleares.
Se tiene conocimiento de pérdidas de arsenales militares como los ocurridos en 1968, con el submarino sovietico K-129 que se hundió con 98 tripulantes y 5 armas nucleares entre torpedos y misiles, o del también submarino USS Scorpion, hundido a unos 800 kilómetros al sudeste de las Azores. Con él se perdieron 99 vidas, un reactor nuclear y dos torpedos con cabezas nucleares. Son sólo dos ejemplos de los numerosos que hay documentados con su carga letal yaciendo en el fondo de los mares.
Una manifestación del secretismo de las operaciones navales en los mares reside en la práctica por parte de los gobiernos de “ni confirmar ni negar” la presencia de armas nucleares a bordo de los barcos, sobre la base de dos argumentos:
- El secreto forma parte de la disuasión.
- La seguridad nacional hace necesario trasladar los conflictos al patio de la casa del vecino.
Ocultando información, los gobiernos evitan protestas de los ciudadanos a los que dicen proteger, permitiendo el fondeo o la navegación de navíos cargados con armamento nuclear a pesar de declarar públicamente su oposición a tales armas.
Se calcula que el 50% de los reactores nucleares del mundo se encuentra navegando en el mar, la mayor parte en submarinos donde el control de los vertidos de material radioactivo es inexistente. Se tiene constancia de buques británicos hundidos en las Malvinas con bombas nucleares a bordo y se reconoce que el despliegue de este tipo de armamentos no está sometido a ningún tipo de control. De hecho, estos submarinos puede permanecer mucho tiempo sumergidos sin ser detectados, provocando situaciones alarmantes como la ocurrida frente a las costas gallegas, en la que estuvieron a punto de chocar dos submarinos (EEUU y Unión Soviética) en misiones secretas y previsiblemente en aguas internacionales españolas.