Revista Empresa
Sabemos que las personas "sólo procesamos aquella información que podemos incorporar a los escenarios que maneja a priori nuestra mente". Esto es algo que hacemos constantemente para desechar o recoger la enorme cantidad de información que llega a nuestros sentidos.
En el actual momento de enorme cambio -¿hacia dónde?- es obligado dotarnos de metodologías que permitan a nuestras organizaciones enmarcar la ingente información y dotarla de significado. A nivel directivo, es esencial para no desarrollar organizaciones "paralizadas / ciegas" o "histéricas" (que atacan en todas las direcciones).
Una herramienta excelente es la construcción de "escenarios". Lo importante de esta herramienta de gestión es no pretender "predecir" resultados, sino proyectar tendencias y descubrir a dónde nos pueden llevar. Si dejamos convivir, por ejemplo, dos escenarios de futuro, podemos "enmarcar" información (reconociendo aspectos "impensables" del futuro si los observamos con ópticas del pasado) en forma de "insights", y con ello, tomar decisiones con lógica estratégica.
Shell ha desarrollado un gran expertise en este tema, popularizado por Arie De Geus en "The living company". Las recomendaciones que da De Geus en este tema son:
o Trabajar sobre dos escenarios.
o Hitos temporales en el rango que se elija (puede ser hasta 2020, Shell los publica hasta 2050).
o Los escenarios se construyen como historias imaginativas del futuro en base a los facts actuales: que "driving forces" hay hoy que pueden tomar forma de un modo u otro.
Pincha aquí y aquí para el último ejercicio de Shell a este respecto.
Especialmente interesante es el ejercicio que ha realizado la Knight Foundation en su estudio "Connected Citizens", sobre el importante papel de las redes, y tecnologías en red, como catalizadoras de bien social. Desde el estudio de las fuerzas de interconectividad, descentralización y transparencia se apuntan tres posibles escenarios -no muy optimistas- a 2015 marcados por la vulnerabilidad del modelo de bienestar. El informe es una poderosa llamada a la responsabilidad de instituciones, empresas y organizaciones (y en concreto, desde el impulso de los grandes donantes) a incorporar la infraestructura de conexiones, el aprendizaje y el liderazgo que permitan modelar desde este nuevo entorno en red un mejor futuro inmediato.
Como hemos dicho, esta herramienta tiene un carácter estratégico para cualquier organización que valore el aprendizaje como estrategia: esta capacidad es vital -literalmente- en escenarios turbulentos. Pero vemos que resulta también imprescindible a nivel comunidad o país, para que a nivel multistakeholder podamos reaccionar ante determinados hechos, o intensificar otros, que son muestra del despliegue del futuro que estamos ya construyendo.