
Descargas ilegales de libros
Descargas ilegales
de libros
A menudo, en presentaciones de mis novelas, o incluso en foros más cerrados, me preguntan sobre qué opino de las descargas ilegales de libros y de en qué me afectan. Lo cierto es que es un tema que no me preocupa demasiado, al menos en estos momentos de lo que podríamos dar en llamar, mi carrera literaria.
Que alguno de mis libros se pueda encontrar por la red y se produzcan descargas ilegales para su lectura, sin que yo cobre nada por ello, tampoco supone necesariamente un perjuicio. Puede ser un modo de que alguien más me conozca y acabe, antes o después, comprando mis novelas para seguir leyéndome. Tanto en el caso de las descargas ilegales, como otro tipo de descargas, porque de hecho, en mi página web no tengo ninguna novela para descargar gratuitamente, pero sí que hay algunos de mis ensayos, entre el que destaca el Manual de publicidad que creo que es el que más descargas ha tenido en los últimos diez años, a pesar de que ya debe de estar algo desfasado.
Hace poco, una autora me mostraba su preocupación porque había visto que su último libro se estaba difundiendo sin su consentimiento en algunas páginas de internet. Lo que le dije, es que hay que pensar que, mucho antes de esto de internet, y todavía ahora, ya existían otras clases de “descargas” que igualmente perjudican/benefician al autor. ¿Qué son sino las bibliotecas públicas? Mis libros están en muchas de esas bibliotecas, y de hecho la gente los lee y yo no cobro un céntimo por ello. Incluso muchos de esos ejemplares los he donado personalmente. ¿Y qué decir del intercambio de libros entre lectores? El autor tampoco cobra nada cuando uno de sus libros es prestado a otra persona. O las librerías de viejo donde hay libros usados que se vuelven a vender sin que afecte a los derechos de autor. En definitiva, no se pueden poner puertas al campo, y tanto las descargas ilegales desde internet como las otras situaciones que provocan lecturas que no remuneran al autor, tienen su parte positiva para este.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que las estadísticas, en el caso de que sean fiables en cuanto al número de libros que se piratean, no muestran el perjuicio real, porque incluyen aquellas descargas que se hacen masivamente cuando alguien llena su lector electrónico con miles de libros descargados a la vez. Son libros que al final no se leen, al menos en su mayor parte y que, en ninguna otra circunstancia los hubiera comprado, con lo cual, ¿dónde está el perjuicio para el autor en un caso como ese?
El único problema de estas cosas está en sus extremos. Si todas las lecturas provinieran de las bibliotecas públicas y de las descargas ilegales de internet, al final las editoriales no serían rentables, y hasta puede que muchos autores dejaran de escribir si su única opción de ser leídos es la vía gratuita. El lector también debe ser consciente de que escribir un libro, aunque se haga por el placer de ser leído, lleva un trabajo importante y muchas horas de esfuerzo. Comprar un libro es un reconocimiento a este esfuerzo.
Ramón Cerdá
p.d.- si alguien se anima, en mi tienda virtual tengo libros desde un solo euro

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