Revista Espiritualidad

Desconectando para Mantenernos Conectados

Por Av3ntura
En nuestra vida diaria, muchas veces no sentimos superados por los acontecimientos hasta el punto de acusar la falta de aire para seguir respirando. El estilo de vida que llevamos no es fácil y nos exige unas dosis de esfuerzo continuado capaces de debilitar al más fuerte. De ahí la importancia de aprender a diferenciar lo importante de lo que no lo es tanto, lo urgente de lo que puede esperar y lo estrictamente necesario de lo prescindible.En un mundo en el que todo se sucede a una velocidad nunca experimentada antes, la óptima organización del tiempo resulta esencial para llegar a todo sin quedarnos por el camino. Pero este cometido no resulta nada sencillo de alcanzar porque los humanos no somos tan fáciles de programar como las máquinas y estamos expuestos a factores externos e internos que pueden hacernos tambalear en momentos muy cruciales. Podemos encontrar ejemplos muy claros de esta circunstancia en los estudiantes que, en época de exámenes, se ven superados por la materia a estudiar y, por más horas que intenten dedicarle, no les resultan productivas porque su mente no logra concentrarse en el estudio, sino que se escapa continuamente por otros derroteros, sin poder remediarlo. En esos casos, lo mejor es cerrar los libros y tomarse un respiro. Cuando la capacidad de concentración no acompaña, es absurdo tratar de invocarla por la fuerza. Lo único que se consigue es la frustración y el aumento de la ansiedad.Desconectando para Mantenernos ConectadosExiste la denominada “ansiedadde prueba” que está detrás de muchos de los suspensos académicos y que provoca lo que los estudiantes definen como “me quedé en blanco”. Fuera del ámbito de la educación, también podemos encontrar situaciones similares en los oradores que, en plena exposición de sus ideas ante el público, pierden el hilo de su argumentación o incluso pueden llegar a acusar una repentina afonía debida al temor de no estar a la altura.

También podemos sufrir bloqueos similares en nuestro ámbito personal, siendo incapaces de reaccionar ante situaciones que, sin ser graves, pueden llegar a serlo si no respondemos a ellas de la manera más adecuada. Discusiones por temas de lo más insustanciales que se nos pueden ir de las manos en un momento dado y pueden hacernos decir lo que no sentimos, dañando a terceros que no tienen ninguna culpa de que nosotros estemos al límite por la presión que estamos soportando en otros ámbitos de nuestra vida, como el trabajo o la relación que mantenemos con determinados miembros de nuestra familia originaria.En la medida de lo posible, siempre que sintamos que algo nos sobrepasa, deberíamos intentar encontrar la manera de desconectar. Dejar de llevarnos el trabajo a casa y los problemas personales al trabajo. Tratar de concentrarnos en lo que estamos haciendo en cada momento y no permitir que ningún aspecto que no tenga nada que ver con ese ámbito en el que nos encontramos pueda distraernos de nuestro cometido. Aprender a tratar cada cosa en su momento, cada problema cuando toca. No adelantar acontecimientos, no ponernos la venda antes de que se nos produzca la herida.Buscar estímulos agradables que nos ayuden a dejar de pensar en lo que ya no toca pensar. Sumergirnos en actividades que nos permitan oxigenarnos, cargar pilas, olvidarnos por momentos de lo que nos preocupa. Porque preocuparse no es una buena opción para resolver ningún problema. La verdadera buena opción es la de ser capaces de ocuparnos de resolverlo cuando nos encontramos de lleno en el problema. Y esa opción siempre requiere que estemos al cien por cien, plenamente concentrados en lo que nos ocupa y sin permitirnos dudar de las decisiones que estemos tomando al respecto.El miedo a equivocarnos nunca debería ser una excusa para justificar nuestra no acción. Un error en la estrategia a seguir nos puede llevar a encontrar la manera de acertar en el futuro. Una no acciónsólo nos puede llevar al estancamiento, a la involución y a acrecentar nuestra inseguridad hasta límites insospechados.


Estrella PisaPsicóloga col. 13749

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