Adam Cohen vive en su nido de
águila, alejado del mundanal ruido, dedicado a la lectura, la reflexión, la
meditación y la observación de la Naturaleza y de los seres que la habitan. Es
judío y, como algunos de sus correligionarios más conscientes, es sabedor de
las manipulaciones que ejerce el poder en torno a la acusación de
ANTISEMITISMO, etiqueta que, bajo el pretexto de corrección política, permite perseguir
y acallar las voces críticas con el Establishment, a la vez que corre un denso
velo de confusión que nos vuelve ciegos e incapaces de ver la realidad en su
compleja diversidad.
Por
Adam Cohen
Educados en el paradigma de los opuestos enfrentados, y no de los
opuestos complementarios, nos es difícil encontrar la ecuanimidad necesaria al
conocimiento profundo de las cosas. Impera el enfrentamiento polar no
integrado.
Por ejemplo, nos es difícil aceptar que alguien pueda criticar a los
partidos de izquierda siendo de izquierda, o que ser rico y tener propiedades
no nos hace, obligatoriamente, persona de derecha. Existen obreros pobres sumamente
conservadores y terratenientes solidarios y generosos, pero prevalecen los
estereotipos: la gente bien vestida y elegante es de derecha y los zaparrastrosos
son de izquierda, por tanto en las compañas electorales unos candidatos
abandonan sus puros Cohíba y sus yates para enfundar una chaqueta de pana y
otros dejan sus habituales vaqueros desgastados para lucir traje oscuro, camisa
azul pálido y corbata roja. Todos buscan tranquilizar y complacer la estrechez mental de sus electores.
La sociedad actual adolece de un enquistado maniqueísmo -de origen judeocristiano,
por cierto- en su visión de los fenómenos; una gran simpleza domina los
planteamientos políticos, reduciendo a ecuaciones elementales la compleja y
multicolor realidad.
Y digo esto por el descubrimiento
reciente (des-cubrimiento porque yacía encubierto bajo la losa académica, es
decir lo definido como políticamente correcto por el Establishment dominado por
la elite sionista) de otra versión
histórica de la Segunda Guerra Mundial en la que el enemigo de los aliados no
era Hitler, y el propósito no era luchar contra el ejército del Tercer Reich
sino algo profundamente inmoral y vergonzante. Desde que los EEUU entraron en
la guerra, gracias al permitido Pearl Harbour, el propósito fue uno: aniquilar
la nación alemana por el medio de una destrucción sistemática de las ciudades y
vías de abastecimiento, y un ataque metódico, físico y moral, despiadado, a su
pueblo por parte de británicos, soviéticos y estadounidenses.
Sin embargo, la revelación de numerosos documentos históricos, en lugar
de permitir entender nuestra equivocación maniquea (nazis malísimos frente a
aliados buenísimos) ha hecho que le demos la vuelta a la tortilla y no avancemos
un pimiento: ahora renace el filonazismo y se alzan voces que alaban al Führer.
No pretendo en este artículo describir los argumentos de los que niegan
las cifras oficiales “Seis millones de judíos…”, sino informar sobre denuncias
recientes de historiadores revisionistas, y señalar cómo ambos caen en el
extremo opuesto, pasando de la demonización oficial del nazismo a una
idealización nostálgica del Tercer Reich. Como si, por decir que Hitler nunca
buscó la eliminación de los judíos, de repente ya no fuera responsable de su esclavización,
o de la utilización de miles de cobayas humanos para experimentaciones varias.
En otras palabras, parece difícil, si no imposible, aceptar que ambos
bandos fueron igualmente feroces
asesinos en masa.
Antes de empezar, es necesario recordar que negar, investigar o,
simplemente, minimizar el Holocausto judío está prohibido por ley en, entre
otros muchos países, Alemania, Francia, Bélgica,
Canadá, Estados Unidos. Y ahora, también en España gracias a la Ley Mordaza,
ley que nos informa sobre el avance del control del lobby sionista sobre la
política española. Cabe preguntarse por
qué es la única afirmación de la historia mundial que está protegida por una
ley tan severa. La verdad no necesita ser apuntalada por ninguna ley.
Muchos historiadores, quienes, a riesgo de ser encarcelados, niegan la
emblemática cifra, han repetido una y otra vez que, según los archivos de la
Cruz Roja, murieron en torno a 250.000 judíos; por otro lado, otros archivos
permitirían afirmar que la población total de judíos en Europa nunca alcanzó la
cifra de 6 millones. Si contamos los cientos de miles que huyeron, emigraron o sobrevivieron,
las cifras no cuadran.
Me cuesta creer que yo, judío, pueda ser acusado de ser
antisemita, y que escribir estas frases me pueda llevar a pasar cuatro años en
la cárcel, pero así es. Viva la democracia española y las leyes esquizofrénicas
anticonstitucionales que castigan el ejercicio de la libertad de expresión contemplada
en la misma Constitución española. Qué asco de parlamento, por Dios.
Declaraciones pasibles de cárcel de una
historiadora anciana
El pasado marzo 2015, la historiadora Ursula Haverbeck (1928) se atrevió a decir en la televisión nacional alemana,
durante una entrevista que creo imprescindible escuchar, que Hitler y los sionistas compartían el mismo deseo: crear
un estado judío, y que el campo de
Auschwitz nunca fue un campo de exterminio sino un campo de trabajo vinculado a
una planta de la petroquímica IG FArben, en la que los trabajadores prisioneros
eran cuidados y atendidos.
Según numerosos documentos aparece que no existió plan
alguno para exterminar a los judíos. El 3 de junio, unas semanas después de la
difusión del programa, su casa y las de dos de sus seguidores fueron allanadas por la policía que se adueñó sin miramientos de numerosa
documentación. Si culmina el proceso incriminatorio, esta anciana de 87 años
podría ser condenada a cinco años de cárcel, por tener opiniones divergentes,
cuando comenta haber consultado con magistrados de varios tribunales alemanes
quienes le dieron la razón respecto de
la ilegalidad fundamental de la ley que condena a los revisionistas.
La prueba principal que ostenta Haverbeck
es la normativa interna de dicho campo, publicada en el 2000 por el Instituto alemán
de Historia Contemporánea pero no difundida por los medios, que exige dar
suficiente alimento, cuidados médicos, ropa y zapatos a los presos, y también
señala el reglamento duros castigos a los vigilantes que incumplan estas
normas. Haverbeck también afirma que ningún historiador defensor de la versión
oficial ha sido capaz de señalarle con precisión dónde y cómo fueron
exterminados aquellos tan sonados 6 millones de judíos, porque matar con
Zyklon-B no es fácil ya que no es un gas letal, según confirman numerosos
expertos químicos, sino que era un tratamiento antiparasitario para luchar
contra el tifus, entre otras enfermedades.
Cuando el entrevistador le recuerda las imágenes de los campos con los
presos moribundos y las pilas de cadáveres, filmados por las tropas aliadas,
ella asevera que, además de una gran epidemia de tifus que asoló el país, los bombardeos sistemáticos de las vías de
abastecimiento tanto de los campos como de las ciudades hicieron que no sólo en
aquellos recintos sino que en toda Alemania murieran cientos de miles y hasta
millones de alemanes, quienes, fuera de los campos, estaban igualmente demacrados,
débiles, enfermos y famélicos.
Aclarado el dato que no existió proyecto de eliminación de los judíos
sino utilización como masa obrera, Haverbeck es, sin embargo, incapaz de
reconocer que los presos en los campos eran trabajadores esclavos, se olvida
mencionar que el proyecto social del
gobierno nazi era limpiar la nación de la
escoria, esterilizando o incluso eliminando a minusválidos, enfermos
mentales o prostitutas, mientras el proyecto de mejora del ser humano por
ingeniería genética pasaba por la más cruel experimentación sobre cobayas
humanos, una experimentación que continuó en EEUU cuando la CIA trasladó los
expertos genetistas y expertos en manipulación mental a universidades y
laboratorios estadounidenses (ver Proyecto
Paperclip). Pienso yo que su mensaje revisionista ganaría en credibilidad
si fuera capaz de describir, a la vez, la enorme sombra del proyecto nazi.
Según Hellstorm, el Holocausto lo sufrió el pueblo
alemán
La reciente difusión del sobrecogedor documental Hellstorm
(2015), basado en el ensayo homónimo (2014) del autor estadounidense Thomas
Goodrich (1947), describe, con abundantes e inéditas imágenes históricas, el
verdadero proyecto oculto y nunca revelado de los líderes británico,
estadounidense y soviético: éste era la destrucción completa de la población
civil alemana, de sus ciudades y sus infraestructuras, un auténtico genocidio a
través de bombardeos planeados y continuados de las zonas urbanas, violaciones
sistemáticas de todas las mujeres de 8 a 80 años, denegación de agua y
alimentos a los presos de guerra, y todas las humillaciones imaginables tanto
durante la guerra como, sobre todo, en los años de “liberación” que siguieron a
la rendición de Alemania. Desgraciadamente, las imágenes finales dejan ver que
el autor alberga gran simpatía por Hitler y el nazismo.
HOLODOMOR, un verdadero holocausto de 6 millones de
ucranianos
¿Por qué nadie habla jamás del Holodomor de Ucrania? ¿Por
qué en las universidades ningún profesor jamás menciona el genocidio de la
población ucraniana? ¿Por qué Hollywood, tan reiterativo con el Holocausto
judío, jamás se ha interesado por esta tragedia comprobada? Unos 6 millones de
ucranianos murieron de hambre en el invierno de 1931 a 1932, al haber sido
desposeídos de todas sus reservas de alimentos por las tropas soviéticas de
Stalin, con el propósito de poder así repoblar el país con ciudadanos rusos.
El
documental “La verdadera historia soviética” del letón Edvins Snore, describe con abundante
documentación histórica cómo la
Revolución bolchevique planificó el asesinato de 10 millones de rusos, que al
final acabarían siendo 20 millones; relata también cómo ambos líderes alemán y soviético
compartían un proyecto muy similar, y cómo Hitler y Goebbels encontraron en
Stalin un maestro en la organización de genocidios y campos de concentración.
Que Stalin se sentara junto a las potencias
aliadas en Yalta demuestra la complicidad de Churchill y Roosevelt en el holocausto
del pueblo alemán así como en el genocidio soviético, de ahí que, en los libros
de texto, se hayan ocultado sendos genocidios. De conocerse el Holodomor y
holocausto ruso, la población no comprendería cómo los Aliados pactaron con un
asesino; y de saberse el holocausto alemán planeado por Roosevelt y Churchill,
se desmoronaría toda la versión oficial de la Segunda Guerra Mundial. De ahí la
necesidad de perseguir, condenar y amordazar a las voces críticas.
La dificultad de aprehender la Verdad
Inmersos como estamos en un paradigma de opuestos enfrentados, nadie
parece molestarse por el maniqueísmo infantiloide de la historia oficial de la
Segunda Guerra Mundial: los alemanes fueron los malos malísimos, los aliados,
los buenos y salvadores de la democracia europea, y los judíos, las verdaderas
y principales víctimas. Y por si no fuera suficiente, el que quiera cambiar una
línea a esta burda versión oficial será
expulsado de la Universidad, amarrado a la picota para escarnio público
y hasta podrá acabar con sus huesos en la cárcel. Cualquier comentario
disidente de la oficialidad será tachado de la mayor infamia: ser antisemita, una acusación absurda, puesto que en esta otra versión de la mortífera guerra nada
se ha dicho en contra del pueblo judío.
¿Cui prodest? ¿quién se beneficia de semejante bulo? Los que querían
crear el Estado de Israel y para ello necesitaban victimizar a los judíos, es decir el lobby sionista que domina la banca
global, la política internacional, la Unión Europea, el que financia las
guerras eternas y también controla los medios de comunicación, las
televisiones, Hollywood, las
universidades, las ediciones de libros, de revistas, de libros de texto… y la
redacción de la leyes. Aquí comprobamos una vez más que el lobby sionista
es el creador de la VERDAD ACADÉMICA OFICIAL. Y si no se
sostiene, no importa, crean leyes que los diputados lacayos votan para apuntalar
lo insostenible.
Pero lo grave no es sólo que la versión oficial sea maniquea y
simplista, es que los que revelan otra realidad caen a su vez en la misma
trampa, se instalan en el extremo opuesto pasando de la demonización a la
idealización del proyecto del Tercer Reich.
Tanto Haverbeck como Goodrich, aunque velada, no esconden su simpatía
hacia el nazismo, como si no fuera posible denunciar la mentira del Holocausto,
describir cuánto sufrió el pueblo alemán y recordar al mismo tiempo que el
pueblo judío también sufrió enormemente, y que dentro del programa nazi estaba
también la eliminación y esterilización de minusválidos, enfermos crónicos o
ancianos así como la utilización de cobayas humanos, judíos y no judíos, para
todo tipo de experimentación médica, quirúrgica, genética o de uso industrial.
¿Por qué es tan difícil aceptar que los nazis, en su lucha contra el
cáncer, ya recomendaban en los años 30 el no fumar y el vegetarianismo? Esta parte luminosa del nazismo siempre se ha
ocultado. Los campos de concentración no eran campos de exterminio, de acuerdo,
pero el Dr. Mengele y sus colegas torturaron y mataron con sus experimentos a
miles de presos. Ambas cosas deben decirse.
¿Por qué no se dice que nuestro tan aclamado Estado del bienestar nace en la Alemania de Hitler, con ayudas
sociales, un sistema amplio de becas de estudios para las clases desfavorecidas
y otras agencias estatales de acción social, tan defendidas hoy por Podemos? ¿Tan difícil es aceptar que nada es
completamente bueno ni completamente malo?
¿Por qué Churchill es presentado como un irónico regordete cuando mandó
fríamente bombardear Dresde, la Florencia alemana, hasta derretirla, asesinando
a cientos de miles de personas en una sola noche, cuando Alemania ya había
perdido la guerra, y, siendo algo sabido, jamás fue acusado de genocidio?
Cuando seamos capaces de ver y aceptar la noche, la oscuridad de cada cosa;
cuando seamos capaces de
comprender que la sombra de cada persona, proceso o hecho es parte inseparable
de la persona, proceso o hecho,
cuando seamos capaces de integrar nuestra sombra, comprenderla y
abrazarla,
sólo entonces lograremos aprehender la Verdad.
Extracto de la Ley Mordaza:
El lector podrá constatar que la palabra antisemita es repetida con
insistencia en todos los apartados de la reciente LEY MORDAZA, como si no fuera
suficiente con decir racista, llegando al extremo de que un juez podrá
ordenar la destrucción de los libros cuyo contenido haya sido considerado
antisemita. A todas luces inconstitucional por ir en contra de la libertad de
expresión, la Ley Mordaza demuestra que estamos viviendo en una completa
dictadura económica, política e ideológica controlada por las mismas élites
sionistas que dirigen el mundo.
Ley Orgánica 1/2015, de 30 de Marzo
Artículo 510. (del nuevo Código Penal
español)
1. Serán castigados con
una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses:
a) Quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o
indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra
un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su
pertenencia a aquél, por motivos racistas, antisemitas u
otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la
pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su
sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o
discapacidad.
b) Quienes produzcan, elaboren, posean con la
finalidad de distribuir, faciliten a terceras personas el acceso, distribuyan,
difundan o vendan escritos o cualquier otra clase de material o soportes que
por su contenido sean idóneos para fomentar, promover, o
incitar directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o
violencia contra un grupo, una parte del mismo, o contra una persona
determinada por razón de su pertenencia a aquél, por motivos racistas,
antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación
familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen
nacional, su sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género,
enfermedad o discapacidad.
c) Públicamente nieguen, trivialicen gravemente o enaltezcan los
delitos de genocidio, de lesa humanidad o contra las personas y
bienes protegidos en caso de conflicto armado, o enaltezcan a sus autores,
cuando se hubieran cometido contra un grupo o una parte del mismo, o contra una
persona determinada por razón de su pertenencia al mismo, por motivos racistas,
antisemitas u otros referentes a la
ideología, religión o creencias, la situación familiar o la pertenencia de sus
miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o
identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad, cuando de
este modo se promueva o favorezca un clima de violencia, hostilidad, odio o
discriminación contra los mismos.
2. Serán castigados con
la pena de prisión de seis meses a dos años y multa de seis a doce meses:
a) Quienes lesionen la dignidad de las personas
mediante acciones que entrañen humillación, menosprecio o descrédito de alguno
de los grupos a que se refiere el apartado anterior, o de una
parte de los mismos, o de cualquier persona determinada por razón de su
pertenencia a ellos por motivos racistas, antisemitas
u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la
pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su
sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o
discapacidad, o produzcan, elaboren, posean con la finalidad de distribuir,
faciliten a terceras personas el acceso, distribuyan, difundan o vendan
escritos o cualquier otra clase de material o soportes que por su contenido
sean idóneos para lesionar la dignidad de las personas por representar una
grave humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos
mencionados, de una parte de ellos, o de cualquier persona determinada por
razón de su pertenencia a los mismos.
b) Quienes enaltezcan o justifiquen por cualquier
medio de expresión pública o de difusión los delitos que hubieran sido
cometidos contra un grupo, una parte del mismo, o contra una persona
determinada por razón de su pertenencia a aquél por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a
la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus
miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su sexo, orientación o
identidad sexual, por razones de género, enfermedad o discapacidad, o a quienes
hayan participado en su ejecución.
Los hechos serán castigados con una pena de uno a cuatro años de prisión y
multa de seis a doce meses cuando de ese modo se promueva o favorezca un clima
de violencia, hostilidad, odio o discriminación contra los mencionados grupos.
3. Las penas previstas en los
apartados anteriores se impondrán en su mitad superior cuando los hechos se
hubieran llevado a cabo a través de un medio de comunicación social, por medio
de internet o mediante el uso de tecnologías de la información, de modo que,
aquel se hiciera accesible a un elevado número de personas.
4. Cuando los hechos, a la vista de sus circunstancias, resulten idóneos para alterar la paz pública o
crear un grave sentimiento de inseguridad o temor entre los integrantes del
grupo, se impondrá la pena en su mitad superior, que podrá elevarse hasta la
superior en grado.
5. En todos los casos, se
impondrá además la pena de inhabilitación especial
para profesión u oficio educativos, en el ámbito docente, deportivo y de tiempo
libre, por un tiempo superior entre tres y diez años al de la
duración de la pena de privación de libertad impuesta en su caso en la
sentencia, atendiendo proporcionalmente a la gravedad del delito, el número de
los cometidos y a las circunstancias que concurran en el delincuente.
6. El juez o tribunal acordará la destrucción, borrado o
inutilización de los libros, archivos, documentos, artículos y cualquier clase
de soporte objeto del delito a que se refieren los apartados anteriores o
por medio de los cuales se hubiera cometido. Cuando el delito se hubiera
cometido a través de tecnologías de la información y la comunicación, se
acordará la retirada de los contenidos.
En los casos en los que, a través de un
portal de acceso a internet o servicio de la sociedad de la información, se
difundan exclusiva o preponderantemente los contenidos a que se refiere el
apartado anterior, se ordenará el bloqueo del acceso o la interrupción de la
prestación del mismo.
Revista Opinión
DESCONOCIDOS HOLOCAUSTOS y otros HOLOCUENTOS : la dificultad de aprehender la REALIDAD
Publicado el 13 septiembre 2015 por Pilar BaselgaSus últimos artículos
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