Lo de los controladores no tiene nombre. Bueno, sí. Tiene un par de miles de nombres y apellidos de gente que gana una pasta cada mes, disfrutan de un estatus privilegiado y se resisten a perderlo. Y si para ello tienen que cargarse el negocio turístico de una de las fechas más importantes del año, pues se lo cargan. Qué más les da.
En agosto, tras tenernos cogidos por los huevos con la amenaza de huelga, apelaron a su "responsabilidad" -muy grandilocuentes ellos- para explicar que no convocarían un paro legal. Cuatro meses después, se olvidan de ser responsables, tiran las leyes por la ventana y se plantan con un boicot que deja 600.000 pasajeros tirados en los aeropuertos, unos cuantos -muchos- millones de euros teñidos de rojo y la vergüenza clavada en la cara de un país que sigue perdiendo credibilidad ante los mercados internacionales -en este caso, el turístico, que es uno de nuestras principales baluartes-.
Ellos -los descontroladores-, mientras, callan. Montan el belén y callan. Desatan la ira y callan. Y se permiten el lujo de llamarnos "hijos de puta" a los periodistas porque no contamos la verdad. Será que no contamos "su" verdad. Que no les seguimos el juego. Olvidan que los periodistas no solemos ponernos del lado de los delincuentes.
Os dejo el vídeo de laSexta Noticias en el que se ve claramente la ira de los pasajeros, que no han podido contener su rabia al encontrarse cara a cara con los que se han permitido el lujo de dejar de controlar los vuelos para controlar su puente.